martes, 1 de diciembre de 2009

La Ley para el Desarrollo Sostenible y mis queridas Avutardas

Ayer se celebró una jornada técnica en el hotel AC Córdoba Palacio en la que la Consejera de Agricultura, Clara Aguilera, vino a decir que de nuevo “caerán” una pila de billetes por estos lares andaluces, en concreto por las comarcas del Valle del Guadiato y Los Pedroches, en base a la nueva ley de Desarrollo Sostenible y durante el segmento temporal de entre 2010 y 2014, concretamente en torno a 36 millones de euros, es decir, unos 6 mil millones de pesetas.
Algunas de las consideraciones que la consejera barajó para explicar por qué estas dos comarcas cordobesas son las que de manera prioritaria han sido elegidas para estas nuevas acciones me hacen cabrear y me enervan, más que por la realidad manifiesta de éstas, que son evidentes, por la repetitiva contundencia con que se manifiestan, puesto que dan a entender que desde el principio de los tiempos es conocido el problema, así como también desde el principio de los tiempos y hasta ahora no ha habido arrestos para atajarlo. Entre otras perlitas dice la consejera que estas zonas son territorios con verdaderas y grandes dificultades, puesto que son las que tienen mayores problemas para fijar la población, así como más carencias en materia de infraestructuras.

Esto lo vengo yo escuchando desde tiempos inmemoriales, por boca de distinto/as consejeros/as, presidentes de la Junta de Andalucía, directores/as generales de ministerios y hasta por sus respectivos secretarios generales de gabinetes técnicos. Y además de escucharlo (que en este caso sería el diagnóstico), también vengo percibiéndolo porque, entre otras cosas, yo vivo aquí y tengo la posibilidad de poder comparar con otras zonas que también conozco y en las que también se han emprendido actuaciones correctoras, salvo que con la diferencia de que en estos territorios, o bien las acciones han sido contundentes y correctas porque antes de ejecutarlas han analizado a fondo los problemas, o bien porque las propias administraciones públicas, con su propia inversión, han sido los semilleros de riqueza que hacía falta establecer para solventar las carencias.
En ningún caso esto por aquí ha sucedido, justo al revés: ha llegado dinero a raudales, pero sin control, orden ni concierto, con lo que se puede afirmar sin temor a equivocarse que más que inversión ha sido derroche; por otro lado la intervención pública ha brillado absolutamente por su ausencia, más bien ha ido suavemente difuminándose en el tiempo, hasta el punto de que en más de una ocasión ha habido que pelear por no perder los pocos servicios públicos que ya existían, pero que a la larga desaparecieron.
La cuestión es que los propios agricultores, representados por las organizaciones agrarias de mayor alcance, que son los que van a sentirse directamente afectados de lleno por esta nueva ley, ya han puesto de manifiesto ciertas sospechas que por sus experiencias anteriores les surgen de manera espontánea, como por ejemplo que estos fondos sean independientes de otras actuaciones, que las medidas recogidas en la ley no encorseten la actividad agraria y ganadera, que la gestión sea ágil y rápida en los procesos de concesión de ayudas y la falta de infraestructuras y accesibilidad a muchas fincas, debido fundamentalmente a la farragosa normativa ambiental.

Y es aquí donde también me gustaría enfatizar, porque o mucho me equivoco, o esta ley, al menos en la comarca del Valle del Guadiato, se va a encontrar frontalmente con otra normativa legal que a priori prohíbe todo lo que la anterior intenta activar, como es la creación de infraestructuras, implantación de las energías renovables, modernización de las explotaciones y un largo etcétera: me refiero a la famosa ZEPA y a sus apadrinadas, mis amigas la avutardas, que entre otras cosas importantes explicita que las medidas de intervención en estos territorios deberán ser en todo caso compatibles con la conservación de los hábitats de las especies de aves incluidas en el Anexo I de la Directiva 79/409/CEE y presentes en las ZEPA declaradas.
En cualquier caso, espero que esta última ley no quede en agua de borrajas, aunque no sería la primera vez, y además en esta ocasión… con las AVUS hemos topado.

lunes, 23 de noviembre de 2009

La Valla

Paseando por los contornos de lo que en su momento fue Muro de la Vergüenza en este nuestro pueblo, es decir, El Cerco, hoy por hoy se puede “admirar” sin problema alguno todo su interior y contenido sin temor a que los “venenos mortales” que sus entrañas poseen te perjudiquen lo más mínimo. Y eso es debido a que en derredor de este mortífero y ponzoñoso lugar se ha instalado lo último en tecnología anticontaminante visual y biológica: La Valla.

Sí señor, La Valla, que aunque parece una vulgar e insignificante obra de perimetración con alambre galvanizado de simple torsión y fijación a poste metálico cimentado en torta de hormigón, no lo es en absoluto. Según los últimos informes emitidos por el CARI (Catálogo Analítico de Roñas Industriales), prestigioso laboratorio dependiente del MINIMO (Ministerio de Negaciones, Ignominias, Mancillas y Oprobios), esto que parece lo que parece es en realidad lo último en tecnología aeroespacial para la reversión de la realidad hacia la conversión en átomos cromáticos, pictóricos, sensitivos y protectores del medio natural y de las personas humanas en particular.
En otras palabras para que nos entendamos, que lo que a simple vista parece una simple malla de cercado, en realidad es un muro protector que no deja en paz a los “bichitos malos” que hay dentro de su perímetro, a la vez que cuando éstos quieren salir al exterior, les arrea una paliza de dos pares de narices que los deja con los ojos vueltos y resoplando; vamos, que les quita las ganas de moverse del sitio.

Además de estas maravillas que los meros mortales no somos capaces de percibir, hay otras cualidades de excelencia que posee La Valla, como por ejemplo el que incluso allí donde su presencia no se distinga visualmente, también sus efectos son devastadores para con los “malos”. Refiérome, por ejemplo, a los alrededores e interiores del Complejo Pierre Rousseau (antaño Almacén Central), que aunque parezcan desamparados porque a simple vista no tengan una protección palpable, La Valla ejerce otro de sus portentosos poderes: la capacidad de transmutar a distancia a los peligrosos contaminantes en una sustancia que en Micro-Biología Molecular es denominada como “DPDT” (DamePanyDimeTonto), y que es nada más y nada menos que una bacteria que produce euforia en las personas (aunque es inocua para ellas), pero que provocan una reacción química en el fuero interno de los agentes patógenos contaminantes, que les impide manifestarse en distintos eventos lúdicos (llámense Jornadas de Minería, Expo-Guadiato o Botellón Semanal), principalmente por no haber sido invitados de manera formal a estos acontecimientos, amén de que ya conocen en sus carnes las causas-efectos derivados de la intervención de La Valla.
En fin, que si de algo podemos presumir en Peñarroya Pueblonuevo es de poseer precisamente los últimos avances en tecnología punta respecto a la protección total en lo que a contaminación de residuos industriales peligrosos se refiere: La Valla.
Y mira que no lo parece, ¿verdad?
¡Qué cosas!

jueves, 12 de noviembre de 2009

WWW.TEEXCOMULGO.¡COÑO!

De nuevo la Conferencia Episcopal española, por boca de su portavoz, el “avispado” u “obispado” señor Martínez Camino, ha vuelto a vomitar improperios y amenazas contra todo aquel que apoye la ley que se va a dirimir en el Parlamento sobre el aborto. Ahora va en contra de los parlamentarios que opten, en ejercicio de su derecho democrático, a apoyar las modificaciones que se presentan sobre esta ley, y con todo su ardor religioso, misericordioso y humilde va y saca el látigo de flagelar y dice que esto es herejía y, como consecuencia, motivo de excomunión. ¡Toma ya, sin anestesia ni ná!.


Haciendo alarde de su “infinita piedad, seguramente motivada por el amor religioso que profesa a sus prójimos”, este ente llamado Conferencia Episcopal, llama a “la cordura y la sensatez para que el sosiego y la paz reine entre las personas” y, al igual que en la Edad Media en plena Guerra Santa, hace un llamamiento para dar muerte al infiel y al hereje. Vamos, que ya andan almacenando madera en las iglesias para quemar en las hogueras a todo aquel que se salga de los preceptos que la Santa Inquisición exige y candados para cerrar los cinturones de castidad de aquellas damas que han de esperar a que sus caballeros vuelvan de las Cruzadas. ¡Manda narices el asunto!
Por si acaso, y para facilitar la “vuelta al redil de las ovejas descarriadas”, han habilitado una página web a la que se puede acudir para que los señores de la iglesia católica te pongan a parir “piadosamente” en caso de que seas de aquellos que hayas tenido mínimamente ligeros pensamientos pecaminosos.
Y no digamos ya si eres de los que manifiestamente has pecado, por ejemplo, siendo un pedófilo, porque en ese caso directamente eres decapitado o quemado públicamente (salvo que seas cura, claro).

miércoles, 28 de octubre de 2009

Las bolas de Su Majestad

En un lejano lugar situado en el centro de un frondoso bosque que discurría a lo largo de un valle regado por un manantial de aguas cristalinas, existía un pequeño reino en el que todos los lugareños se conocían y donde cierto día ocurrió un hecho curioso que dejó admirados y perplejos a todos cuántos allí habitaban.
Cuenta la leyenda que las mujeres del lugar tenían por costumbre recibir a los hombres que volvían de sus quehaceres en el campo entonando cánticos y melodías, que acompañaban con el sonido de arpas, flautas, bandurrias y tamboriles, cuestión que producía que todos los días mozos y casados del lugar sintieran gran placer al volver a sus casas y que por este motivo desapareciera el cansancio y la angustia que sus labores les acarreaban.
El Rey, hombre anciano, concienzudo trabajador, sabio y preocupado por su corte y sus vecinos, tuvo un día la ocurrencia de reprochar a su Reina el hecho de que él, soberano del lugar, no hubiera recibido nunca esos halagos que el resto de hombres obtenían a la vuelta de sus trabajos, y con gesto airado y contundente dijo sentirse despreciado en su labor como monarca, por lo que informó a su esposa que desde ese momento y hasta el final de sus días, se recluiría en sus aposentos y que, salvo que este hecho se modificara, no volvería a dedicarse a las cuestiones de estado.
La Reina quedó estupefacta ante tales afirmaciones provenientes de persona tan cuerda e íntegra, que había sido y era el soporte del reino allá donde se produjeran desavenencias, altercados o disputas, poniendo siempre orden y concierto entre aquellos que pleitearan y que había conseguido con su diligencia que todos disfrutaran del mejor lugar y condición social donde vivir, por lo que se le conocía como “el Rey Cabal”.
Después de un resuello de angustia, la Reina reunió a la corte y eruditos del lugar para tratar de dar solución a este conflicto que el Rey planteaba. Cortesanos y sabios no daban crédito a la situación, pero solo alcanzaban a solucionar el dilema planteando dos disyuntivas: o bien la reina le cantaba todos los días al término de cada jornada, o por el contrario el Rey debía salir a labrar el campo como el resto de hombres, con lo que en ambos casos se daría cumplimiento a sus deseos. A la primera cuestión la Reina se negaba rotundamente, puesto que consideraba que jamás en la historia del reino ésto se había producido y que era poner en evidencia su real persona, ya que la situaba en el mismo rasero que a una vulgar vasalla.
La otra opción parecía aún más imposible, ya que se daba por hecho que el Rey jamás aceptaría salir al campo como un labriego más. Pero en contra de todas las premisas, el monarca aceptó esta última propuesta y todos los días salía al campo con el resto de hombres del reino. A la vuelta, como era costumbre, las mujeres les esperaban con sus cánticos y melodías habituales, cuestión que hacía sentir muy feliz al Rey y por ende, producía sosiego y bienestar en la corte y en la propia Reina.
Preguntado un día por ésta, de cómo era posible que todo un Rey hubiera aceptado cambiar su majestuosidad por las labores del campo solo por unas cancioncillas de nada, éste respondió:
Mujer, antes me ocupaba en mediar y disponer de medios para solucionar los problemas de todos y nadie me lo agradecía, al contrario, todo eran malestares y críticas. Ahora de esos menesteres se ocupan otros; yo me dedico al Sindicalismo y a la Política asesorando a los hombres en el campo, y por la autoridad en la que me he convertido, no debo cambiar mi bastón de mando por una azada. Y es por eso que,

por rascarme y tocarme las bolas,

me dispensan canciones y odas”

miércoles, 21 de octubre de 2009

El éxodo anunciado

La semana pasada la Dirección de ENCASUR convocó una reunión con los representantes de los trabajadores, en una Comisión creada al efecto y que se denomina “Comisión de Excedentes”, en la que vino a comunicarles que desde ENDESA se habían recibido instrucciones para que los traslados de personal activo del Centro Minero de Peñarroya a sus instalaciones de Puertollano se comenzaran a negociar, poniendo como fecha inicial para que éstas fueran efectivas a partir de junio de 2010.
Como ya he venido comentando en anteriores post, en este contexto se encuentran a fecha de hoy del orden de cuarenta y tantas personas, todas ellas por no entrar dentro de los requisitos para poder acogerse a prejubilaciones, puesto que superan el horizonte temporal de 31 de diciembre de 2012, fecha de finalización de las ayudas al carbón, y como consecuencia las opciones son irse al paro o trasladarse al Centro Minero que ENCASUR posee en Ciudad Real. Esta cuestión no por sabida es menos traumática, ya que si las propias prejubilaciones en esta nuestra Comarca han sido y siguen siendo el cáncer que está devorando el tejido productivo, el empleo y provocando una nueva era de emigración, la guinda que corona el pastel es esta situación, en la que personal en activo, cotizando a la Seguridad Social, contribuyendo con sus retenciones de impuestos a las arcas del Estado, ganando un sueldo fijo que hace que ellos y sus familias formen parte del contexto social de esta zona, en los colegios, en los mercados, con sus hipotecas, con la contribución económica que en este territorio supone tener este tipo de ingresos, en un plazo de dos años y medio, formaran parte de todo eso, pero en una ciudad y Comunidad Autónoma distinta.
Si nada ni nadie lo remedia, y a la fecha en que escribo ésto no hay atisbos de que exista ni el más ínfimo intento de hacerlo, la zona sufrirá de nuevo otra hecatombe social, ya que estamos hablando de una media de dos o tres personas por familia, lo que da una cifra de 130 personas aproximadamente que abandonaran esta tierra y como consecuencia de ello, portarán casa y enseres para instalarse hasta el final de sus días, como poco laborales, en otros lugares donde arraigarán sus hijos y nietos y quizás éstos ya no vuelvan nunca más.

La diferencia entre este éxodo y el que protagonizaron los judíos y que figura en su Tanaj, en el segundo libro de la Torá, es que éstos no se van queriendo y huyendo de los egipcios opresores, si no echados de su tierra porque les hace falta para poder seguir subsistiendo.
Otro capítulo más en la historia de esta tierra, que siempre anduvo siendo, para probablemente, no llegar a ser nunca nada.

jueves, 15 de octubre de 2009

Miner, bendito Miner

Por todos lados, a todas horas y de manera omnipresente los ciudadanos de esta comarca no dejamos de escuchar cuestiones relativas al Miner y a todo lo que conlleva este ente. Como todo el mundo sabe, y si no es así, yo insisto en manifestarlo, hay distintos tipos de ayudas que el Miner concede con el único y exclusivo objetivo de paliar la pérdida de empleo que la reducción de actividad en la minería del carbón está causando en las comarcas mineras, impuesta ésta de manera tajante por directivas comunitarias y con fecha límite, a día de hoy, hasta el 31 de diciembre de 2012.
Por un lado, están las ayudas para proyectos dotacionales, es decir, subvenciones que se conceden a fondo perdido a los Ayuntamientos, Diputaciones, Mancomunidades, Grupos de Desarrollo Rural y, en definitiva, a organismo oficiales, para la inversión en infraestructuras que harán que las comarcas sean semilleros de empresas preferentes, bien porque se adecentan o se crean nuevas vías de comunicación por carretera, ferrocarril u otros medios, bien porque se acometen obras para habilitar o crear nuevos polígonos industriales, o bien para acondicionar edificios o lugares que tengan algún tipo de interés de cara a la promoción de los territorios.
Por otro, están las ayudas o subvenciones a la iniciativa empresarial generadora o mantenedora de empleo, a la que las sociedades mercantiles o trabajadores autónomos pueden acudir para obtener apoyos financieros a la inversión, también a fondo perdido, que les catapulte en su actividad y que por ende cree los tan ansiados puestos de trabajo que se han venido perdiendo por la reducción de actividad en la minería. A estos dos tipos de ayuda las vamos a denominar TMN.
Hay otro tipo de ayuda que se ofrece en forma de becas para estudios y para idiomas, que obviamente tratan de fomentar la acción formativa como herramienta para la preparación de futuros trabajadores o empresarios con un grado de formación adecuado para que el mercado laboral o empresarial los absorba con más facilidad.
De otro lado están las ayudas que este mismo ente ofrece a las empresas mineras para la reducción de actividad y para compensar los costes de producción del carbón nacional y que éste sea medianamente competitivo con el de importación. Igualmente reciben estas ayudas aquellas centrales eléctricas que utilicen como materia prima este carbón nacional, medida fomentadora del consumo de éste por lo menos hasta el final del plan de reestructuración del sector, que como antes indicaba, a fecha de hoy, es para el 31 de diciembre de 2012. Ambas también son a fondo perdido.
De igual modo que antes hemos denominado a las dos primeras ayudas, a estas dos últimas las denominaremos DPC.
Empezamos por las dos últimas:
DPC = De Prisa y Corriendo, así se conceden estas ayudas; las becas tienen una fecha de convocatoria y en dos entregas a lo largo del calendario escolar están concedidas; las de reducción de actividad se conceden anualmente y mensualizadas, es decir, cuando se firma la resolución anual del Miner, normalmente para abril o mayo de cada año, los fondos llegan con regularidad todos los meses a la presentación de las facturas de venta de carbón en el Ministerio. Esta misma resolución es la que permite también que el contingente de trabajadores con edad de prejubilarse puedan además hacerlo, es decir, que a esa misma fecha y ya de manera mensual, se van perdiendo tantos empleos como personas estén en esta situación, pasando de trabajadores en activo a prejubilados en un pis pas. Además, y referente a las becas, los estudiantes que terminen sus respectivas carreras o líneas formativas y se encuentren en disposición de formar parte del universo laboral, encuentran con que en las comarcas de referencia ese tejido no existe o es totalmente insuficiente, con lo cual se produce emigración. Son dos sumandos, por un lado los que no encuentran trabajo porque no lo hay a pesar de estar bien formados académicamente, y por otro los que pierden la condición de trabajadores en activo para pasar a la situación de prejubilado y que conducen al mismo resultado: paro y pérdida de riqueza.
Ahora continuamos con las dos primeras:
TMN = Tarde, Mal y a veces Nunca.
Tanto las ayudas para proyectos dotacionales, como las de inversión empresarial, son ayudas que tardan en llegar, y algunas ni llegan, además de estar plagadas de obligaciones y requisitos burocráticos, que empiezan por la propia documentación exigida, continúa por oficinas y despachos por las que hay que pasar de manera obligatoria, sigue por el interior de los organismos oficiales que han de reunirse para hablar de ellas y terminan por los filtros a la que éstas están sujetas, cuestiones que no dejan de ser nada más que cortapisas e impedimentos para que éstas se gestionen y lleguen a manos de los solicitantes con los ritmos adecuados para conseguir que el fin para el que se conceden adquiera medianamente una velocidad pareja a la pérdida de puestos de trabajo, pero no es así.
Si analizamos estos hechos por los que me he permitido catalogar las distintas ayudas que el Miner concede en dos bloques diferenciados, llegamos a conclusiones preocupantes y bien palpables: la destrucción de empleo y las opciones para que los territorios se despueblen es ágil, fácil y rápida, así como la generación de trabajo estable y la creación y fomento de empresas es, como poco, laborioso, enredoso, lento y, a veces, muchas veces, desmoralizador.
En lo que concierne a la Comarca del Guadiato, que es lo que realmente a mi me interesa y me importa, llevo años diciendo y escribiendo sobre este asunto y no voy a repetir lo que tantas y tantas veces ya he hecho, pero tampoco voy a esconder mi criterio mientras el Miner, bendito Miner, siga siendo por estos lares un arma de destrucción masiva del empleo y tejido empresarial, porque en las fechas que estamos y con el horizonte temporal de finalización de ayudas tan cerca, difícilmente la recuperación va a ser posible.

viernes, 25 de septiembre de 2009

¡Chiquillo, cómo está el MINER!

Hoy viene el MINER que echa leche. Por un lado los periódicos provinciales anuncian a bombo y platillo otra pila de millones que el susodicho va a dejar caer por la comarca del Guadiato, de los que a Peñarroya Pueblonuevo le corresponden un buen montón, y por otro, en una página virtual leo que también va a ser financiado con estos fondos el nuevo puente de El Riíllo. O sea, que de aquí a poco tiempo seguirán llegando millones de euros, sí, millones, como hasta ahora han venido llegando por un tubo.
La pena es que este mogollón de millones llegan, se gastan (supongo) y seguimos como siempre, con algún que otro desconchón reparado, pero con la pata rota y cojeando cada vez más, como siempre.
El Subdelegado del Gobierno en Córdoba, como siempre, hace su espléndida rueda de prensa en la que comunica datos históricos del MINER en los que cifras y letras son rimbombantes a más no poder, cuestión que, también como siempre, apostilla con “y aquí se nota el esfuerzo y apoyo que este Gobierno demuestra con esa zona tan deprimida como es la Comarca del Guadiato”. Y es posible que el hombre lleve razón, al menos en una cosa: que la comarca está deprimida. Todos los años se convoca la misma rueda de prensa y la comarca sigue deprimida, desde que el MINER existe, con lo que los discursos solo se alteran en las cantidades invertidas hasta la fecha del último pronunciamiento de éstos.
Pero hay un ligero detalle que se escapa en estas publicaciones, (o se despista en los discursos), y es que también se debería decir qué ratio inversión/empleo produce este despliegue de medios económicos y en qué mejora la sociedad que conforma la comarca, que es a la postre para lo que se libran los fondos MINER, para conseguir generar empleo estable por la recesión que sobre éste ha provocado la minería del carbón obligada por directivas comunitarias. Este detallito fundamental es el que una y otra vez no se acaba de escuchar en estos discursos anuales y es lo que los que vivimos por aquí no solo queremos escuchar, sino que estamos ansiosos porque de verdad produzca los efectos paliativos en el empleo que de estos fondos se espera, y el futuro de esta tierra, de una vez y de verdad, inicie una curva ascendente y despegue.

martes, 22 de septiembre de 2009

En la puerta falsa


Cuando yo era un crío, en esas tertulias improvisadas, pero regulares, que se celebraban en las “puertas falsas” de las casas de mi barrio en la época de estío, y a las que cada vecino acudía aportando su propio asiento, que bien podía ser una silla de anea, un banco de madera o un pequeño taburete, casi siempre de fabricación propia, cuando no un simple taco de madera, recuerdo que entre palabrejas raras, los mayores discernían fundamentalmente de cuestiones laborales, de cómo les había ido hoy en la mina, de la manera en que tal o cual se había comportado y de cuestiones referentes a la herramienta y al tajo en general.
Me llamaba la atención que había bastantes silencios entre las palabras que los mayores se decían, que quedaban como puntos suspensivos y que solo se adivinaban si sabías comprender esos arqueos de cejas, esos guiños, esos golpeteos de zapatos en el suelo y algún que otro ademán gesticular específico, con lo cual, los pequeños que andurreábamos con nuestros triciclos por entre medias de éstos, aunque le pusieras toda la atención del mundo, no acababas de enterarte del todo de lo que estos señores tertulianos se contaban, por no decir que no pillabas casi nada.
Al cabo del tiempo ibas, aparte de creciendo, adaptando tus sentidos a la costumbre de esa comunicación entrecortada y, al igual que si de una partida de mus se tratara, a algunos de esos signos y símbolos ya le habías puesto, erróneamente o no, significado, con lo cual algunas frases llegabas a componerlas, a pesar de que el sentido de éstas la mayoría de las veces careciera para ti de significado lógico.
De vez en cuando, en esas deambulaciones por entre medias de los mayores llegabas a molestar a alguno: le pillabas los pies con alguna rueda, dabas un golpe a la improvisada mesa donde se apoyaban vasos de vino y viandas, levantabas polvo o cualquier otra cuestión que les hacía la puñeta, y entonces se oía: “¡Me cago en la m… (silencio)… mar salá, niño, échate un poco p’allá, co… (silencio)… contra!”
Lo de cagarse en la “mar salá” quedaba como que muy lejano para el entendimiento infantil, pero el tono con que se pronunciaba indicaba que era un reproche en toda regla, vamos, que te estaba riñendo con contundencia. Lo de “contra” era ya totalmente incomprensible, aunque sí era evidente que ponía enfáticamente punto y final a la amonestación anterior, con lo que te daba a entender que a partir de ese momento ya no debías volver a hacer la fechoría por la que te estaban regañando.
Otras veces escuchabas la apreciación que sobre otras personas se estaba haciendo, aunque jamás escuchabas el nombre: o bien se le aludía por alguna característica física, como puede ser “el de la cara colorá”, “el de los pantalones caídos”, “el amiguete del vigilante”, etc…, o bien directamente por el mote: “el Renre”, “el Chuzo”, “el Pelao”, “el Tarta”, y así hasta el infinito. Lo que también quedaba claro es que aquí los silencios y los gestos eran la culminación de esta especie de lenguaje a medias entre hablado e interpretado. “El hijo de la gran… (silencio)… su madre” (poniendo los ojos desorbitados y cerrando los puños) , “Tiene más cu… (silencio)… cubierta que un caracol” (llevándose ambos dedos índice a los contornos de la frente), “Ese es un ba… (silencio)… balón de furbo” (haciendo un gesto mano sobre mano y moviéndolas en círculo). En fin, que era muy interesante, a la vez que intrigante ver y escuchar a estos mineros veteranos disertar en esas agradables tertulias veraniegas.
Con el paso del tiempo, y adquirida ya cierta edad por mi parte, algunos silencios ya no se hacían en mi presencia y como consecuencia se pronunciaba la palabra que se quería decir, a pesar de que la mujer de turno, que también acompañaba en esos corros de opinión, pusiera el tono reprochante al escucharlas, normalmente moviendo la cabeza de lado a lado y diciendo el nombre del que la pronunciaba con un soniquete especial: “Antoniooooo…..
A partir de aquellos momentos todos los gestos y las palabras no pronunciadas ya formaban parte de mis conocimientos, con lo cual supe ponerle sonido a esos silencios, que por el mismo orden con que las he escrito, serían: “madre que te parió”, “coño”, “puta”, “cuernos” y “baboso”.
Uno de los contertulios habituales y vecino, Antonio el Renre, que me tenía mucho cariño y aprecio, con frecuencia me decía: “Niño, tú no te metas en la mina, que allí la gente habla muy mal, dice muchas palabrotas y se llevan fatal”.
Yo le prestaba toda mi atención. Y mientras más entendía ese especial lenguaje que ellos empleaban, más de acuerdo estaba con él.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Pensamientos

Ayer trajo mi “contraria” de la floristería unas platitas muy monas, a las que yo, conocedor erudito del contexto vegetal, tuve la mala fortuna de catalogar que eran de naturaleza plástica, cuestión que produjo la reacción inmediata de mi “ella” y que dejó mi ego a la altura del betún.
Comenzó argumentando que menos mal que el martes de esta misma semana acudimos al oculista a que me revisara los “faros”, porque parece ser que mis lámparas cada vez alumbran menos y las percepciones que éstas me hacen llegar al cerebro, aparte de inexactas, deben tener ciertas interferencias puesto que hacen que falle también mi sentido olfativo. Primer Round; resultado: perdí por K.O.
No obstante, tuve la ocurrencia de replicar con un alabo a su gusto por los colores, pero cometí de nuevo otro tremendo error, y es que también, para tratar de ayudar a mi desastre anterior, me atreví a intentar mejorar el contexto y le puse inconvenientes al continente, es decir, a las macetitas que las albergaban, complementando mi alocución con la frase “aunque ese color negro mate de las macetas de barro que has comprado no acaba de venirles bien”.
“¿La clase de física dónde se explicaba la naturaleza de la materia te la perdiste, verdad?” - me contestó. “Esas macetas son de PLÁSTICO (puso énfasis en esta palabra), y nos las he comprado, son el recipiente donde te sirven las plantas al comprarlas, para después replantarlas en aquellas “cosas” de BARRO (también enfatizó esta otra) color terracota y con forma rectangular que hay allí, que se llaman JARDINERAS (y esta también) y que será donde acaben replantadas. ¿Esas sí te gustan?” No me atreví a contestar y asumí el consecuente nuevo K.O. del segundo Round.
A pesar de todo y con el ánimo por los suelos, machaconamente intenté solventar la molestia que al parecer estaba causando con mis desafortunadas apreciaciones y añadí: “Esos geranios son realmente bonitos, muy bonitos”.

Su respuesta fue: “Pensamientos, cariño, son pensamientos. Y por favor, déjalo ya”.


Le hice caso y me salí al jardín a pensar, que al menos con mis “pensamientos” no discuto.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

La rana no sabía que se estaba cociendo

“En una cazuela llena de agua introducimos una simpática rana. Mientras la rana nada tranquilamente comenzamos a calentar la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia, pero a la rana ésto no le desagrada y sigue nadando. La temperatura sube y el agua sigue calentándose algo más de lo que suele gustarle a la rana, pero no se inquieta, y además el calor le produce una plácida somnolencia. Después, el agua ya está bastante caliente y a la rana le resulta desagradable; lo malo es que ya es tarde y se encuentra con las fuerzas muy mermadas, así que se limita a tratar de adaptarse al agua caliente, sin poder hacer nada más. La temperatura sigue subiendo, poco a poco, hasta que la rana acaba cocida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo por escapar. Sin embargo, si la hubiéramos sumergido de golpe con el agua a 50 grados, de una sola zancada se habría puesto a salvo” .


Transcribo literalmente un relato metafórico de Olivier Clerc que leí hoy en un diario provincial, porque en su lectura he visto reflejado con bastante similitud algo que tengo muy cercano y vengo percibiendo desde hace ya bastante tiempo: la historia reciente que se está produciendo en Peñarroya Pueblonuevo.
Todos los indicadores apuntan a que al final nos “cocemos”, que nos vamos adaptando paulatinamente al calorcito que se va produciendo poco a poco en esta “olla”, y que a pesar de ser bonita, hermosa y cada vez mejor adornada, no deja de producir hervor por efecto de los acontecimientos que se van originando, con lentitud, pero inexorables, y que se resumen en tres palabras: no sucede nada.
Es posible que como apuntaba anteriormente, la “olla”, o el “continente” (llámese al recipiente que contiene algo, en este caso, el continente es la ciudad de Peñarroya Pueblonuevo) esté siendo cada vez más habitable, más moderno, más adaptado a los nuevos tiempos y que ofrezcan mejores y más agradables vistas, pero no es más que una cortina de humo aseverar que estas acciones crean empleo y por ende el “contenido” (dícese de aquello que se encuentra en el interior de un “continente”, en este otro caso, los habitantes de esa misma ciudad) aumenta. Pero no es así, no se crea empleo y como consecuencia no hay más posibilidades de vivir aquí. Las acciones y multitud de obras que vemos solo son ornamentales, pero no afianzan los puestos de trabajo ni crean empleo, simplemente ocupan en otras tareas a personas que antes ya estaban empleadas en esas mismas empresas, pero trabajando en otros lugares, y son los menos los que acceden a este precario y eventual empleo por complemento y únicamente por el efímero tiempo que duran las obras. Luego no deja de ser una exaltación de la realidad afirmar que estas obras crean empleo, simplemente se ve a más gente pulular por las obras, por eso, porque hay más obras, pero de creación de empleo, nada de nada, por lo tanto el “contenido” sigue siendo el mismo, tirando a cada vez menos.
Creación de empleo es sumar a las personas que ya se encuentran en activo de manera permanente, a más personas en activo, sean habitantes o residentes en paro, y por supuesto también aquellos que vuelvan de la situación de emigrantes a que las circunstancias los obligaron en su momento. Esto sí es creación de empleo y no la circunstancia temporal y anodina de ver más albañiles en ciertas obras puntuales y perecederas a muy corto plazo.
Por eso digo que como el inexorable paso del tiempo es pausado, lento y a veces imperceptible, al final nos ocurrirá como a la pobre rana, que nos coceremos lentamente y cuando digamos a reaccionar será, probablemente, demasiado tarde. Tampoco quiero decir con ello que han de intentar “cocernos” a todos de golpe para que con estas pretensiones actuemos como lo haría el batracio y nos salvemos de una gran zancada, pero tiempo es ya de que nos demos cuenta que para poder crear empleo hay que llenar los polígonos industriales de empresas y no de pasto seco.
Tenemos muy cercano ejemplos de pueblos que así lo han hecho y los resultados son evidentes.

martes, 15 de septiembre de 2009

Voy a contar un cuento

Había una vez una concejala..., o mejor dicho, hay una concejala en un pueblo muy bonito, que era una persona dedicada por entero a su pueblo, a los demás y a solucionar todo aquello que estando en su mano, fuese beneficioso para la comunidad.
En ese mismo pueblo, además de esta concejala, habitaba una bruja maligna y egoísta, que todo lo quería para ella y que no tenía reparos en utilizar cualquier artimaña si con ello conseguía consumar sus maléficos propósitos.
La malvada bruja tenía intención de ejecutar una obra en una calle, cuestión que como era habitual en ella, no meditaba ni lo más mínimo, sino que conforme se le ocurría la idea, inmediatamente mandaba elaborar el proyecto de obras en base a sus necesidades, sin tener en cuenta las propiedades particulares colindantes y por supuesto, lo que los propietarios de aquellos terrenos que necesitaba ocupar pensaran al respecto. Así que, como si de su propio cortijo se tratara, no dudó en incluir en ese proyecto de obras unas lindes que pertenecían a otras personas, pero como era malvada y sabía que estos propietarios ya fueron despreciados en su momento cuando se les “ocurrió” donar al Ayuntamiento esos mismos terrenos para la construcción de una Residencia para Disminuidos Psíquicos y que ella rechazó por aquellos entonces, barruntó la idea de embrujar a la concejala buena para que fuera a hablar con ellos y los convenciera.
Como era de suponer, los propietarios de los terrenos se sorprendieron enormemente, primero, por haber visto como se incluían sus pertenencias en un proyecto sin contar con ellos, y segundo, porque había que tener la cara muy dura para venir ahora, después del rechazo y el desprecio anteriores y con la política de hechos consumados que la malvada bruja acostumbra a desarrollar, a pedir su consentimiento para que esta obra, ya proyectada, se pudiera ejecutar. Cuando la concejala buena se encontró con estos argumentos tan evidentes y contundentes que los propietarios le manifestaban, quedó pasmada y anonadada. Llena de estupor pidió mil disculpas una y otra vez a los propietarios, aunque como venía hechizada por las maléficas artes de la bruja maligna, cometió un error, error fatal que la puso en evidencia y que vino a demostrar que no era del todo tan buena: mintió al decir que ella no sabía nada de aquel asunto y que había tomado esta iniciativa a nivel personal.
El final del cuento aún está por contar, porque entre otras cosas, tanto la concejala, ahora “menos” buena, como la bruja maligna, han desaparecido como por arte de magia del lugar de los hechos y los propietarios han quedado a la espera de recibir nuevas informaciones al respecto de estos acontecimientos… y que aún siguen esperando.
No obstante, y si yo fuera el narrador de este cuento, pondría mucha atención a esos silencios por parte de la maligna bruja, porque a buen seguro que la marmita donde se cuecen y amalgaman los conjuros debe estar siendo nutrida de condimentos que consigan los efectos que ésta persigue.
Las brujas son así.

Golpe de Estado a lo Maleno


Hace pocos días leía en un diario provincial que en el ayuntamiento de Posadas se iba a presentar una moción de censura liderada por el PP y apoyada por algunos miembros de los grupos municipales de IU y del PA, contra el actual alcalde del PSOE, incluso a pesar de que éste ha presentado su dimisión.
Saldrá adelante y el partido gobernante dejará de serlo para proponer como candidato al portavoz del PP. Lícito y conforme a ley, con lo que los malenos tendrán la oportunidad de que haya otra alternativa de gobierno municipal, propiciada por representantes del pueblo y con la intención de mejorar la gestión anterior, porque de eso se trata, de presentar otra opción que optimice y corrija los posibles defectos que los anteriores gestores hayan venido cometiendo, por supuesto siempre en favor de la ciudad y de los ciudadanos.
Esto hubiese sucedido en Peñarroya Pueblonuevo, aunque solo a nivel de conato o comentario y tendría la catalogación de “Golpe de Estado”, como así fue definido por la alcaldesa Luisa Ruiz. Porque, como los gatos, esta mujer y su equipo de gobierno se defienden panza arriba, es decir, atacando con uñas y dientes y para ello nada mejor que emplear calificativos que recuerden antañas movidas políticas, en las que con armas y con absoluto desprecio hacia los demás, se tomaba el poder a la fuerza.
Sin embargo, no tuvo estas mismas apreciaciones cuando ella se alió con otro partido, ambos minoritarios, para quitar de en medio a quién legítimamente había ganado las elecciones en su momento. Eso no fue un “Golpe de Estado”, sino una “necesidad para el pueblo”, ya que parece ser que al alcalde anterior había que impedirle por todos los medios que volviera a regentar la presidencia municipal, debido posiblemente a que este señor era el demonio personificado. No hubo matices, ni siquiera consideraciones a la democracia, a la sensatez, a la lógica, a las oportunidades que la oposición tiene de presentar una moción de censura a lo largo de una legislatura, a hacer algo de oposición para demostrar que eres mejor opción que el gobernante, no; ni la más mínima oportunidad, desde el principio se “mató al perro” y con ello se “erradicó la rabia”. Pero ésto no era un “Golpe de Estado”, sino todo lo contrario; era un empujón a la concordia, a la convivencia pacífica, sin crispaciones y, por supuesto, del que todo el mundo salió beneficiado y poco menos que flotando entre sábanas de seda y acompañado de coros celestiales.
¡Cómo cambia el cuento, oye, en función de por donde soplen los aires! Si ahora se le ocurriera a la oposición municipal en Peñarroya Pueblonuevo ni siquiera tener la idea de presentar una moción de censura (que no olvidemos, hay que ganarla y presentar un proyecto de ciudad diferente o al menos que mejore al existente), sería un “Golpe de Estado”, un atentado contra la democracia, una usurpación ilegítima de los poderes de gobierno y, en definitiva, una acción totalitaria, dictatorial y tiránica.
Solo se me ocurre añadir que la posibilidad existe, que es lícita y conforme a derecho; sobre todo al derecho que los ciudadanos tenemos a que se representen nuestros intereses con lealtad, sin desprecio y con la misma vara de medir y sin que interfieran ideologías ni rencores.
Aviso a navegantes y ojito al parche, porque como dice el sabio refranero, cuando las barbas de tu vecino veas cortar…
Y ahora viene la letra pequeña: “No me lo creo ni yo”.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El virus

Cada vez que me da por asomarme a la política local – leo comentarios en blogs, miro la prensa local y escucho opiniones – me entran unas irrefrenables ganas de bostezar. No es por aburrimiento, que también, sino porque todo suena a rancio, mohoso, repetitivo, soez y cochambroso.
Los unos, los que gobiernan, porque para ellos todo es pátina lustrosa y aquello que tocan lo convierten en santo grial mágico que transforma las cosas en maravillas y portentos. Los otros, los que no gobiernan (aunque bien podrían hacerlo por ser mayoría en la Corporación Municipal), porque para ellos son todo desdichas e infortunios y además se sienten arrollados por el ingente y aplastante poder que los primeros ejercen.
Gobernantes y oposición no deberían ser tan dispares y crudos en sus tratos, aunque viendo el patio político en el ámbito nacional, creo que es la acción de un virus pandémico el que motiva a ambos a actuar como actúan y que se ha establecido y encallado en sus tejidos por efecto de lo que ven hacer a sus líderes. Se buscan las cosquillas, arremeten como toros bravos los unos contra los otros, se dispensan unos halagos que para él quisiera Belcebú y, en definitiva, solo ven en los contrarios defectos, carencias, secretos inconfesables y despropósitos.
Si todo esto fuera cierto, ¿qué pasa con los gobernados? ¿Cómo nos protegemos de esta batalla sanguinolenta en la que unos y otros andan enzarzados y en la que solo se ocupan en cómo buscar la mejor manera para atizarse y menospreciarse? Lo más traumático de este asunto es que, lo quieran o no reconocer estos nuestros políticos locales, el paisano de a pie se siente como un espía que necesita pasar desapercibido, o mejor dicho, como un espiado, como aquel al que su filiación o simpatía a unos u otros ya le implicara intrínsecamente la enemistad o el desprecio de depende quien le mire o le catalogue. Y si hablamos de tener “cierta necesidad” de encontrar un empleo, aunque sea temporal y pasajero, por ejemplo en el Ayuntamiento, ahí con la iglesia hemos topado: el paisano ha de saber con quien habla, lo que habla y, por supuesto, qué orejas le estarán escuchando o pueden enterarse de lo comentado, porque ya no solo se trata de los que estén presencialmente en los acontecimientos, sino a quiénes éstos pueden acudir con el chisme de turno.
Decía Luisa Ruiz cuando pactó con el PP para quitar de la alcaldía a Rafael Muñoz en 2003, que el argumento fundamental para esta acción era la de “evitar la crispación que el pueblo estaba padeciendo”, cuestión que ella y su grupo político, al cabo de los seis años que llevan en el gobierno municipal, han elevado a la enésima potencia, porque el sentimiento de incomodo que los ciudadanos cada vez sentimos con más obstinación solo está motivado e incentivado por la manera de actuar entre ellos mismos, esos políticos que nos representan, o que presumo pretenden hacerlo.
Llevo bastante tiempo esperando que la cosa cambie, que la tensión desaparezca paulatinamente, que el entendimiento y la cordialidad vuelvan a predominar y que con ello la vida en nuestra ciudad sea agradable, sin “esconderiches”, sin mirarnos los unos a los otros con el rabillo del ojo, pero tengo mis dudas de que esta situación se produzca a corto plazo, a la vista de la curva ascendente que dibujan los acontecimientos.
Seguiré esperando… solo deseo que el contagio me afecte lo justo para pasar desapercibido.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Ha llegado el tapiceroooo…

Por enésisisisima vez leo en un periódico que se va a urbanizar un polígono industrial en Peñarroya Pueblonuevo con fondos Miner. Por enésisisisima vez leo las declaraciones de la alcaldesa que afirman que "con esta actuación vamos a urbanizar y poner a disposición de los empresarios un espacio industrial muy necesario para la ubicación de empresas en nuestra localidad, lo cual permitirá el desarrollo industrial del municipio”, copio literalmente.
Ya tengo doloridas las orejas, los tímpanos, la cadena de huesecillos y hasta la mismísima trompa de Eustaquio (¡vaya nombrecito!) de escuchar y leer que el dinero del Miner está entrando a raudales en nuestra ciudad y que ello va a suponer bla, bla, bla y más bla. Desde hace más de seis años lleva la señora alcaldesa poniendo repetitivamente el mismo disco, sin ni siquiera hacer una introducción o prólogo diferente, sin ni siquiera adornarlo con algún “telonero”, o al menos, un pregonero diferente a ella misma.
Esto ya cansa: primero, las parcelitas esas tan monas (y tan solitas y desoladas) de El Antolín, que aunque con dinero del pueblo, ahí están; segundo, el renombrado y bien plantado (nunca mejor dicho, ya que desde que se adquirió ha producido varias cosechas de cereales) Vega Currillo; a continuación el vilipendiado, vapuleado y al final admirado Cerco Industrial, que parece que sí, pero que es que no… que a lo mejor… que parece ser que….; y por último, esto de los terrenos de El Antolín, que también tiene migas la cosa, haber gastado en comprar, teniendo terrenos para urbanizar y que a fecha de hoy podrían estar terminados y, posiblemente, ocupados.
Si echamos cuenta de los euros que por estos presuntos, algunos, y fallidos, “algotros”, polígonos industriales, nos salen unas cifras de muchos, muchos ceros que según preconiza la alcaldesa, "con esta actuación vamos a urbanizar y poner a disposición de los empresarios un espacio industrial tiroriro - tiroriro, tiroriro - tirorá…”, dale que te pego y erre que erre.
Echando mano a la estadística, si en más de seis años estamos aún en la fase de “pide que te pide”, y que normalmente estos menesteres ocupan al menos de tres a seis de ellas (1º-pedir, 2º-evaluar la petición, 3º-ponerle algunas pegas, 4º-dar, 5º-elaborar el proyecto y 6º-sacar a licitación el mismo), calculo que para 2040 más o menos veremos (los que tengan la suerte de llegar con la vista en condiciones) aquello que el CD de Luisa Ruiz viene repitiendo cansinamente, con el mismo soniquete que emplea el machacón y coñazo del “tapicero”.

Mi admirado maestro

Como cualquier hijo de vecino (¿qué querrá decir ésto?), yo también me he incorporado a lo cotidiano después del período vacacional. Me lo he pasado bien, muy bien. He alcanzado algunas de las expectativas que deseaba realizar y experimentar, bastante satisfactorias por cierto, y por lo demás, qué voy a contar de las vacaciones, que al menos a mí solo me sirven para pegarme unos fletes e incentivar el cansancio hasta límites de récord Guinnes. Algo sí que he descansado, pero lo justo para no perder comba y aprovechar el tiempo cansándome en todo aquello que me gusta y que normalmente no puedo hacer en tiempos distintos a estos de asueto.
Veraneo desde hace bastante tiempo en el mismo lugar, con lo que ya tengo cierto conocimiento del entorno, de sus gentes, de los andurriales y, en definitiva, de las posibilidades que ofrece en bastantes aspectos, lo que me permite planificar de manera anticipada y casi con precisión matemática cómo voy a distribuir mi tiempo y en qué manejos. Algunas veces (bastantes) falla la previsión, pero eso es lo que le proporciona al hecho esa esencia tan estimulante que te hace sentir frescura y novedad, porque como es algo que no esperas, la improvisación se convierte en sugerente artimaña que te mantiene ocupado y distraído (amén de que tanto rigor puede llegar a ser fastidioso).
En lo que más me gusta de estar en la costa, que es pescar, he disfrutado hasta extremos casi orgásmicos, vamos, que después de estar planificando un año entero para enfrentarme a nuevos eventos y para la puesta en práctica de novedosas técnicas casi con rigor estudiantil de tesis doctoral, llegado el momento me encontré con que todo funcionaba, que era comodísima y efectiva la teoría y los métodos y aparejos que previamente me había preparado. No solo eso, sino que además sentí la satisfacción de que los “colegas” con los que compartía orilla y afición se interesaban en preguntarme que qué era ese procedimiento que estaba empleando, ese montaje de anzuelos en la línea, esos tambores de carrete tan especiales, esos lances que superaban con creces las distancias que los demás alcanzaban y, en fin, que quedé anonadado con las actitudes de admiración que me dispensaron y que al final llenaba de peces mi cubo, en algunas ocasiones haciendo doblete de capturas.
Solo tuve un inconveniente, que no coincidí hasta el último día con un amigo al que conocí hace cuatro años, de Puente Genil, y que me llamaba “mi maestro” porque el primer día que coincidí con él en el espigón, además de meter hasta las narices en todo lo que hacía, cuando anzuelaba la carnada, cuando anudaba un terminal a un aparejo, cuando preparaba las lombrices en la aguja, etcétera, hasta el punto de que más de una vez tuve que decirle que por favor se apartara, que necesitaba espacio para poder incluso coger la botella de agua para beber, no paraba de hacerme preguntas, como una ametralladora, una detrás de otra. Casi no me daba tiempo a contestarle, solo estaba pendiente de cómo satisfacer esa angustiosa necesidad que el tipo tenía por aprender y que yo, novato en estas lides por aquel entonces, solo sabía por haberlas copiado de todos aquellos a los que había visto hasta entonces.
Mi tocayo de Puente Genil no llegó hasta el último día, justo el que yo me volvía de mis vacaciones en este lugar, y mi sorpresa fue que cuando coincidí con él, precisamente en el espigón donde nos conocimos, estaba pletórico y deseoso de enseñarme todos los aparejos que tenía preparados para mí, si, para mí. El “discípulo” venía a enseñarle a “su maestro” los avances que había desarrollado en técnica, métodos, aparejos y hasta en cómo preparar unas sardinas para que fueran cebo “bocato di cardinale” para los peces.
Me resultó frustrante, bastante decepcionante no haber podido compartir con él algunos días, solamente por el hecho de que me lo paso estupendamente con su compañía, pero además es que este año mi tocayo venía preparado, algo similar a lo que yo estuve haciendo casi un año entero para poner en práctica llegado estas fechas.
Él había hecho lo mismo que yo, pero con una significativa diferencia: había estado pensando en mí, en aquello que sabía me podría impresionar; quería enseñarme todos los avances en conocimientos que lo habían llevado a “fabricar” nuevos aparejos, conocer montajes diferentes, idear sistemas y, en definitiva, perder su tiempo en prepararme físicamente todo aquello que a él mismo le hacía sentir orgulloso de poder enseñar a “su maestro”.
Espero con ansias las vacaciones del año que viene. Estoy seguro de coincidir con él, con mi “discípulo”, que solo por el hecho de haberse preocupado tanto en mí, a partir de ahora será “MI ADMIRADO MAESTRO”.

lunes, 13 de julio de 2009

Días de escuela

Jamás he usado uniforme escolar, salvo el “babi” de cuando estaba en la “escuela de los cagones” o parvulitos. Pero lo de la leche en polvo lo recuerdo perfectamente, todos en fila, con la taza de latón en la mano y haciendo cola para que el señor maestro te echara ese mejunje asqueroso en forma de harina que sabía a rayos. Mi madre me daba envuelto en un papel doblado una pequeña porción de Cola-Cao y una pizca de canela para que matara un poco ese emboque que, al menos a mí, me producía nauseas. Después te ibas al grifo y le añadías agua, removiendo poco a poco la pócima, porque si no se hacían unos grumos rebeldes y vomitivos de necesidad.
Eso era a la hora del recreo, en el que parte del tiempo lo perdías en esa procesión hacia el saco de papel con la leche en polvo, y el resto del tiempo lo dedicabas a jugar a las “bolas”, a pie mosca o a cualquier otra cosa que el pequeño espacio dedicado a estos menesteres te permitía. Tengo que decir que mi “colegio”, por llamarlo de alguna manera, era una casa particular habilitada al efecto, donde lo que fue la estancia se había convertido en aula, totalmente diáfana, sin tabiques y con una columna central de hierro que soportaba la viga transversal que sujetaba todo el techado. El patio de la casa era el espacio donde disfrutábamos del recreo, que tenía una especie de cuartito de paredes irregulares de tierra y con una puerta de madera desvencijada, que hacía las veces de lavabo, o mejor dicho, de retrete, porque lavabo, lo que se dice lavabo, no existía; solo había un grifo en mitad del patio que era el “manantial” que surtía del líquido elemento para todo lo que fuese necesario, y eso cuando había agua, ya que con machacona regularidad ésta se encontraba ausente. Pero para estas circunstancias había un pilón de cemento debajo del grifo que siempre tenía agua… y ovas… y en verano larvas de mosquito (que nosotros llamábamos “cabezones”), con las que también encontrábamos entretenimiento mirándolas moverse con esas sacudidas convulsivas por todo el pilón.
Lo más dramático, por ponerle un apelativo, era cuando nos tocaba hacer deporte. El recuerdo de aquello me produce por un lado una sonrisa, y por otro un recuerdo asimilado a la España profunda, en la que los medios escaseaban de tal manera, que era la imaginación la que proporcionaba los elementos para poder hacer “gimnasia”, que era como se llamaba el tiempo que dedicábamos a estas ocupaciones. Por aquel entonces participábamos en competiciones escolares de la localidad en baloncesto y balonmano. Yo era de los de baloncesto y para “entrenarnos”, el maestro colgaba en la pared del patio, justo al lado de la puerta, un porta-macetas con un diámetro aproximado al balón que usábamos, por supuesto no de baloncesto, sino uno cualquiera, y que era lo que nos servía de canasta. La situación de los árboles (dos) en ese escaso patio no nos permitía que tirásemos en línea recta hacia la “canasta”, sino que teníamos que hacerlo de manera oblicua y sin darle mucha altura al balón porque si no daba contra las ramas, con lo que el tiro libre era una asignatura pendiente en los “entrenamientos” y que solo practicábamos cuando jugábamos algún partido en otro colegio que sí tenía canastas, sin red, pero hasta con tablero y todo.
Lo del salto de longitud, espalderas, potro y otros elementos similares eran desconocidos para nosotros. Solo conocíamos lo que era pedestrismo, lo de correr, vaya, que era lo único que podíamos practicar cuando el señor maestro nos llevaba de excursión al campo y donde, con nuestras botas “Gorila” siempre, superábamos cualquier obstáculo, piedra, pedrusco, rama, surco o socavón que hubiera en la superficie sobre la que corríamos.
Y después estaban las horas lectivas, las de dar clase. Mi maestro tenía la costumbre de ponernos en fila semicircular alrededor de su mesa y por orden de sabiduría, es decir, de izquierda a derecha, el primero de la fila era el que más preguntas había contestado bien y, por ende, el último el que menos. Los puestos se iban alcanzando en base a los fallos de los que estaban primeros y los aciertos de los que andaban por detrás en esta especie de ranking de conocimientos. Si el que estaba por delante de ti no conocía la respuesta y tu sí, ocupabas su puesto y él retrocedía. Cuando el señor maestro hacía una pregunta y conocías la respuesta, estirabas la mano en dirección hacia donde él se encontraba sentado, diciendo nerviosa y repetitivamente su nombre, con el Don delante, por supuesto, para que éste supiera que tú la dominabas y que andabas con ganas de superar algunos puestos en esa media fila redonda a modo de podium del saber.
Todos nos respetábamos de un día para otro nuestra posición en esta escala; no recuerdo ninguna disputa por este motivo.
Lo que también recuerdo sin fisuras de memoria era la puñetera “palmeta” con la que el señor maestro igual nos arreaba en la punta de las manos para que nos separáramos de su mesa en la “rueda del saber” porque algunas veces casi le dábamos en la cara, que nos ponía en posición de “culo en pompa” y la estrellaba contra nuestro trasero. Otro castigo era darte palmetazos directamente sobre la mano abierta, sobre lo cual existían multitud de hipótesis que los alumnos barajábamos para hacer que el daño que éste causaba fuera minimizado. Una de las más famosas era refregarte ajo sobre la palma de la mano. Yo no lo hice nunca, pero sí recuerdo a un alumno que era “histórico” en eso de los castigos, y al que en verano era casi imposible arrimarse por el pestazo a ajo que desprendía.
En fin, son recuerdos y experiencias de mi infancia. Voy a cumplir dentro de mes y medio 50 años, así que ya no sé si catalogarlos de recuerdos… o de batallitas seniles.

jueves, 2 de julio de 2009

La disputa

Ayer tuve la oportunidad de presenciar un hecho que, aunque pueda parecer estúpido, me produjo cierta sensación de pena, además de mantenerme entretenido largo rato.
Cuando lo cuente alguno pensará, haciendo referencia al refranero, que cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas, y es posible que así sea, porque la circunstancia se produjo justo en un momento en el que disfrutaba de la plácida tranquilidad y sosiego que me causaba estar tomando el fresco de la tarde-noche en el patio de mi casa, debajo de un especie de cenador formado por hiedra, y que previamente había refrescado con un ligero riego.
Justo enfrente de la posición en la que me encontraba, en una de las esquinas del sombrajo, embutido en un alcorque hay un pequeño rosal de esos que llaman de “pitiminí”, que presentaba unas diminutas rosas esparcidas por la parte alta de éste a modo de florero majestuoso. En un momento en el que me encontraba mirando unas de las rositas, aprecié que una abeja andaba husmeando entre ellas, revoloteando de una a otra y volviendo de nuevo a las mismas que antes había visitado. Era ya de por sí un espectáculo ver como el diminuto insecto se mantenía flotando en el aire, ya que las alas por la velocidad con que las movía no se le distinguían, como seleccionado aquella flor a la que acudiría, yo diría que hasta con cierto sentido del glamour, ya que daba la sensación que escudriñaba tanto el color, como el olor e incluso el leve movimiento que el viento producía sobre ellas. Cuando decidía dónde avituallarse del néctar que había ido a buscar, se posaba sobre uno de los pétalos de la flor elegida y con andares torpes, nada comparable a la elegancia de cuando se desenvolvía en el aire, introducía su cabeza entre los pistilos, dejando solo a la vista parte de su abdomen, que movía graciosamente de un lado a otro. Al cabo de unos minutos aparecieron algunas abejas más que, sin molestarse las unas a las otras, se dedicaron con la misma gracilidad e insistencia a la tarea que la primera venía desarrollando.
Hasta aquí todo normal y repetitivo, lo que lo convirtió en monótono y en cierta medida me hizo perder el inicial interés que sobre el asunto había mantenido, pero justo cuando iba a cambiar la mirada hacia otro lado en busca de cualquier otro aliciente que me entretuviera, apareció sobre el menudo rosal otro insecto, mucho más grande que las pequeñas abejas que ya lo ocupaban, negro, gordo y peludo, emitiendo una especie de zumbido que asemejaba al ronroneante e invariable ruido de una motobomba, aunque en un escala bastante más tenue.
El animalejo comenzó a revolotear por encima de las florecillas, con bamboleos bruscos de lado a lado que algunas veces daban la sensación de que su timón no le funcionaba bien y le costaba mantener el rumbo. Así se mantuvo durante algún tiempo, hasta que decidió posarse de manera bastante más brusca que las gráciles abejas sobre la flor más alta del rosal, cuestión que produjo una reacción inmediata de éstas, que salieron volando hacia atrás como poseídas por el diablo. Pero no se retiraron mucho, no, quedaron como esparcidas por encima de la planta, suspendidas en el aire a distancias regulares entre ellas, y con la mirada fija en el rosal, o en el abejorro que estaba sobre él. Se movían hacia los lados con movimientos perfectamente coordinados, todas hacia el mismo lado, a la vez y con una cadencia en distancia que me atrevería a decir, exacta. Esta especie de danza de observación se mantuvo durante bastante tiempo, mientras, el negruzco y gordo insecto seguía andurreando torpemente por entre las pequeñas flores. En la misma medida que éste se movía, las abejas modificaban su posición de manera armonizada y regular, siempre con la vista fija en lo que aparentemente daba la sensación que era su objetivo. Llegué a asimilar el suceso que estaba percibiendo con algunas de las escenas de la película “Matrix”, en la que los actores se mantenían flotando en el aire, con posturas corporales claramente bélicas y en ese impasse en el que de manera inmediata y veloz propinan el golpe fatal.
Dicho y hecho, o mejor expresado: pensado por mí y ejecutado por las abejas. De golpe, todas a una se abalanzaron sobre el abejorro (o lo que fuera), quedando sobre éste como un fiero enjambre adosado, en el que solo se percibía un movimiento circular y concéntrico, debido posiblemente a que lo único que le quedó sin ocupar de todo su cuerpo al insecto atacado, fueron las patas y las movía con la angustia de no saber ni por ni hacia dónde dirigirse. Este ataque se prolongó hasta que la víctima consiguió con su errático recorrido caer al suelo, momento en el que las abejas se desprendieron de su cuerpo, pero no cejaron en el incordio de darle pasadas a una distancia que casi lo rozaban, de manera insistente, una detrás de la otra y en perfecta formación aérea. Otro símil que me acudió a la mente fue el ataque aéreo a Pearl Harbour, no lo puedo evitar, soy peliculero.
El pobre bicho (ya empezó a darme pena) anduvo por el suelo aguantando los envites de las abejas como podía. En cada pasada lo hacían volverse patas arriba, le maltrataban las alas con golpecitos que hacían salir de éstas una especie de polvillo y, en fin, lo mantenían tan acosado que yo pensé que era tanta la angustia que sentía por esta situación, que le impedía reaccionar de la manera más lógica, que hubiera sido levantar el vuelo y marcharse, pero no, allí seguía el desgraciado.
Ya no pude soportar más esta circunstancia y actué: arranqué una hoja de hiedra y se la coloqué encima al abejorro, cuestión que posiblemente puso al bichejo al borde del infarto, ya que al susto del ataque que estaba sufriendo se le sumó la pérdida de visión del entorno, pero que produjo la paralización inmediata de sus patas y le ocultó de la vista de las “abejas asesinas” que intentaban por todos los medios hacerle mal. La reacción de éstas también fue inmediata: se quedaron sobrevolando un instante por el lugar, hicieron lo mismo alrededor del pequeño rosal y se marcharon sin más.
Cuando le levanté la hoja de hiedra de encima al bicho negro, arrancó a volar tropezándose contra el rosal, el poste que soporta el cenador y hasta conmigo mismo, pero en cuanto encontró hueco en el cielo, salió disparado y ni siquiera me dio las gracias, el jodido.
En fin, espero que se le pase el sofocón y otra vez que vuelva a visitarme mire primero si en el rosal hay abejas.

lunes, 29 de junio de 2009

El último Pleno

El día 23 fui a presenciar el Pleno Ordinario que se celebra todos los últimos martes de cada mes. Y fui por motivos puntuales que no vienen al caso, ya que desde que dejé de pertenecer como concejal a la Corporación Municipal no he vuelto a estar en el salón de Plenos por motivo alguno.
La cuestión es que aquello fue algo que me hizo sentir irritación. Y me irritó por dos motivos concretos: primero, porque la oposición mantiene una postura de lo más ridícula, inconcreta y, sobre todo, asumiendo un rol de perdedores y sometidos que asombra; y segundo, porque en base a estas primeras premisas, la actitud de la señora presidenta vino a poner de manifiesto el tajante arrojo que emplea en tomar sus decisiones y las de su grupo político, a sabiendas que cualquier réplica de la oposición será postrada, cuando no humillada.
El portavoz del grupo municipal de IU-LV-CA preguntó que por qué no se había votado la urgencia de una propuesta que se presentó en un Pleno anterior. Con las mismas argumentaciones que nada, es decir, con cero argumentaciones, le vino a decir que eso es lo que hay y punto. Algo similar hizo el del Partido Popular, en el que venía a pedir que como homenaje a un ciudadano de este pueblo se le pusiera su nombre al Estadio Municipal Casas Blancas. Ni se votó la urgencia, ni por supuesto la moción quedó como originalmente la proponía este portavoz, sino que la señora presidenta le dijo que quedaba para incluir en el próximo Pleno el ponerle el nombre de este paisano a las nuevas instalaciones deportivas que se están construyendo detrás del antiguo pabellón polideportivo, porque el Estadio Casas Blancas se tiene que seguir llamando así. Y otra vez punto.
Y si me limito a las argumentaciones del Partido Andalucista, ya se me caen los palos del sombrajo. En “ruegos y preguntas” el portavoz de este grupo municipal esgrimió un par de preguntas o ruegos que, porque estaba yo presente, que si no, no me lo creo. En ambas - insisto, en “ruegos y preguntas”, cuestión que solo deben saber los grupos municipales que las presentan porque no forman parte del orden del día nada más que de manera genérica, sin especificar -, se llevó sendos rapapolvos: uno porque la mesa presidencial estaba repleta de documentación que ni los mismos grupos municipales poseían, como era el caso del informe de un erudito veterinario respecto a la instalación de una planta de transferencia de animales muertos, y el otro porque, poco menos que media hora antes del Pleno, por parte del Concejal de turno ya se había solucionado la cuestión que el Portavoz del PA planteaba, y que era la retirada de un vehículo que estaba a las puertas del Consistorio desde hacía bastante tiempo. Digo que se me caen los palos del sombrajo porque, ¿cómo es posible que sin que medie información entre los portavoces y el equipo de gobierno en estas cuestiones que se plantean por ruegos y preguntas se tengan tan perfectamente calibradas las respuestas o las actuaciones emprendidas en cuestión de minutos?. Parece cosa de espías, de verdad.
En serio, me llevé una enorme decepción por todo cuánto presencié, aunque no soy ajeno que no hace falta asistir a los Plenos para percibir estas sensaciones, porque evidentemente es notorio y manifiesto que la Corporación Municipal hoy por hoy la conforma únicamente el Grupo Municipal del PSOE, con su señora presidenta al frente, y el resto de grupos políticos, ni quieren, ni ejercen de representantes de ningún vecino.
Lo siento por esos vecinos, entre los que me incluyo.

miércoles, 24 de junio de 2009

Una amiga

Tengo una amiga que me riñe, casi siempre está en desacuerdo conmigo, algunas veces me abandona en pleno cotarro que ella misma ha propiciado y con reiteración, me incordia y me irrita.
Solo refiero las cosas que a priori pueden parecer justo lo contrario a una analogía de amistad, por lo que con dos renglones y medio he tenido espacio más que suficiente para ello, igual que tengo que decir que si tuviera que hacer lo contrario, es decir, definir por qué es mi amiga, creo que me harían falta palabras y asesoramiento para poder expresar con ellas las pasiones que motivan esta relación.
Es mi maestra, el camino, la sensatez (últimamente para con los demás, que no para con ella), es la historia, la memoria, la intención, la cultura, la educación, el misterio, la capacidad, la diplomacia, la serenidad, la lógica, cruda a veces y otras tierna, pero poco (o al menos intenta que no lo parezca).
Es un compendio entre memoria histórica y referentes aún más históricos, así como actual y contemporánea al mismo tiempo. Es el progreso comedido, sin prisas, sin atropellos, quizás algo reticente a ello, pero contundente en sus criterios. Para mi juicio, algo lenta en este aspecto, pero seguro que es porque la comparo conmigo, y es que yo soy apresurado e inmediato, no tengo capacidad para darle tiempo al tiempo; su lema en este sentido sería: “pasitos cortos, firmes y continuados”, y el mío por el contrario diría algo parecido a: “¡venga, coño, que no llegamos!”
Solo tengo claro que la tengo y la siento. Es mi amiga.
Ahora está malita, pero en fase ascendente para una estupenda recuperación que estoy completamente seguro servirá para que una vez pasada esta especie de ITV, con los filtros limpios y los fusibles renovados, esa sensatez para con los ajenos a la que antes aludía, se convierta en norma común de su propia vida y para con ella misma.
También tengo la seguridad de que en este escenario en el que ella ha venido interviniendo (siempre entre las tramoyas, porque no le gusta ser protagonista), volverá a estar como siempre ha estado, pletórica, rebosante, ayudando y empujando a que la obra continúe, debe continuar, y por eso ahí estará ella, mi amiga, esa misma que grita, que riñe, que desdeña y te cabrea.
Pero eso es lo que hay. Y que no cambie nunca, aunque suene egoísta por mi parte, porque de ello dependemos muchos… tantos como aquellos que la queremos tanto.
Un abrazo Ana.

lunes, 22 de junio de 2009

Un día soñé

Se notaba olor a humedad, pero de esa humedad que agrada, como la que rezuma la hierba de un cuidado césped recién cortado, o como el de la tierra mojada por una fina lluvia. Era una sensación muy seductora, porque proporcionaba frescura por un lado y a la vez evocaba naturaleza, que por ende, sugería libertad. La impresión de placer se acrecentaba porque de aquellas emociones estaba disfrutando mucha gente, personas de todas las clases, amigos, hermanos, padres, vecinos, adultos, jóvenes, que además compartían goce al ver que todo lo que les rodeaba, calles, tiendas, fábricas, escuelas y hospitales, era fruto del esfuerzo que los residentes habían puesto en el empeño, motivo por el que disfrutaban doblemente. Hasta los animales del entorno parecían más felices y desplegaban sus encantos a modo de trinos, colores y juegos con graciosos saltos y cabriolas que era su especial aportación a la euforia común.
Era una situación un tanto idílica, pero con un notorio componente asumido por cuántos compartían esa sociedad, y es que este escenario no se había producido por generación espontánea, si no que había costado un gran esfuerzo por parte de todos, y que además seguía costando, porque tenían que continuar en el empeño de cuidar que ésto fuera así, y a la vez seguir fomentándolo aún más para el bien y deleite de toda la comunidad.
Alguien que pasaba por los alrededores, y que probablemente no tenía nada que ver con aquello, arrojó despreocupadamente la corva de un cigarrillo encendido sin apenas mirar el sentido del lanzamiento, lo que hizo que ésta fuera a parar justo en una cuneta plagada de jaramagos, que por efecto del calor y el polvo de la carretera, estaban totalmente secos, quebradizos y con ausencia total de remojo. El efecto fue casi inmediato: la brasa del cigarrillo prendió una finas pajas, que a su vez empujadas por el viento, fueron a trasmitir el fuego hacia los matojos más grandes y aquello se convirtió en un rastrojal en llamas que como un reguero de pólvora recorría toda la cuneta. A lo largo de este transcurrir, el fuego remansaba y se avivaba en densas masas de hierbajos que rodeaban el pie de algunos árboles, cuestión que producía hogueras de cierta envergadura que llegaban a alcanzar las ramas más bajas de éstos. En poco tiempo el fuego era evidente y contundente. Las llamas andaban ya encaramadas a troncos y copas de algunos árboles, así como a setos de vegetación de un volumen lo suficientemente grande como para que el centelleo y la humareda diera a aquello categoría de incendio de significativa magnitud.
Los residentes abandonaron de inmediato sus quehaceres placenteros, y como una marabunta perfectamente adiestrada, acudieron al socorro de los bienes comunes y particulares que corrían el peligro de incendiarse o de malograrse por efectos del infierno que allí se había desatado. Cada uno portaba una herramienta y enser diferente con la que pelear contra el fuego, pero que conjuntadas todas ellas ofrecían una contundencia minuciosamente proyectada con la que atajar el problema.
Mangueras, hachas, vehículos terrestres y aéreos, palas, rastrillos, sierras y todo tipo de utillaje eran en manos de los residentes como enormes bocas que allá por donde pasaban iban aspirando el fuego y los rescoldos hasta hacerlos desaparecer por completo. Al paso de estas brigadas, inmediatamente detrás acudían otras que, pertrechadas con otra suerte de utensilios, se ocupaban en regenerar el terreno, construir de nuevo lo destruido y limpiar y embellecer las zonas que habían sido degradadas por el fuego.
En un pis pas no quedaba ni siquiera olor a humareda y, por supuesto, indicio alguno de que por allí había habido un devastador incendio. No solo no quedó huella de éste, sino que además el lugar adquirió un esplendor nuevo, más bello y moderno aún de cómo estaba antes del suceso. Los residentes de nuevo volvieron a sus quehaceres rodeados de la espléndida belleza de este novedoso e inmejorable entorno que, debido al conato de catástrofe, había crecido no solo en calidad, sino también en cantidad, ya que había aún más funcionalidad y número de residentes.
Solo quedaba un paisano que aún continuaba en labores de remodelación, y ésta consistía en clavar en el exuberante suelo una estaca, justo a la entrada de este fantástico lugar. Una vez plantada la estaca, asió a la misma un cartel de madera rectangular terminado en punta de flecha y en el que impreso con letras grandes se leía: “PEÑARROYA PUEBLONUEVO”.

viernes, 12 de junio de 2009

Democracia y libertad

Decía mi admirado Picalcan en uno de sus últimos post, que en defensa de la Democracia y por su creencia en ella tenía la obligación de votar, que con ello se la hacía crecer y el sistema de libertades que hasta no hace mucho en España no se disfrutaban, ahora sí se tienen y por ello hay que cuidarla y engrandecerla aún más.
Totalmente de acuerdo; ni una sola fisura encuentro en estas apreciaciones; es más, soy un inseparable adlátere del hecho de que las libertades proliferen y todos y todas tengamos la oportunidad de expresarlas y disfrutarlas. Hasta aquí todo correcto. Pero no confundamos. Votar por votar, no, por favor. Las opciones son:
· Votar una lista cerrada como opción política.
· Votar en blanco porque ninguna de las alternativas anteriores te puede parecer adecuada.
· No votar, porque las elecciones convocadas no reflejan la esencia de lo que la Democracia persigue, y que es fundamentalmente la defensa de los derechos y las libertades de las personas.
Esta última opción es tan válida como las otras, por eso no estoy de acuerdo en parte con Picalcan cuando afirma que el no votar significa “no estar de acuerdo con el sistema de elección” y puede que algunas veces sea así.
Tal como está planteado el asunto, se vota a los partidos políticos, en su conjunto, en la generalidad que esto supone, que igual por cuestión corporativa y partidista son capaces de establecer consignas que para nada son coherentes con los intereses de las personas en distintos territorios de un Estado, pero que por cuestión corporativa, insisto, ha de hacerse así.
Pongo un ejemplo: Luisa Ruiz, alcaldesa de Peñarroya Pueblonuevo afirmó de manera pública y tajante que si “el pueblo se lo pedía, el Hospital se haría en El Cerco”. El pueblo se lo pidió y lo avaló con más de tres mil firmas que fueron presentadas en Pleno de manos de una Asociación de Empresarios. El Hospital se construyó en Cerro Camello porque el PSOE no podía consentir que este hecho promovido por la anterior legislatura de IU-LV-CA fuera motivo de éxito político de estos últimos, como consecuencia, la contundencia corporativa prevaleció sobre la demanda popular.
El sistema democrático de partidos, que alguien definió como el menos malo, falla en la esencia puramente democrática, porque al final el representado, el pueblo, que es el que vota, se ve sometido a los desmanes de aquellos partidos políticos que acceden al poder, que a su vez se ven obligados a variar sus premisas en función de cómo les “arree” el partido rival de turno, y en los que prevalece el gobierno de los secretarios generales o presidentes respectivos, que el pueblo no ha votado.
¿Por qué no hay listas abiertas?
¿Por qué no pueden los ciudadanos, en ejercicio del derecho que ampara la Democracia, votar a la persona que le plazca?
¿Por qué los candidatos no se presentan individualmente a las responsabilidades de gobierno para hacer desaparecer los famosos “rellenos” de las listas electorales?
¿Por qué el Presidente del Gobierno en España, que se elige en las urnas, no es el Jefe del Estado, que no se elige?
¿Por qué cada vez que hay elecciones aflora el dinero por doquier para poner patas arriba en dos días aquello que el pueblo lleva demandando años?
¿Por qué en vísperas de elecciones se da empleo temporal a cientos de miles de desempleados que llevan sellos históricos en su cartilla del paro?
¿Por qué el ciudadano que accede a una cargo público electo termina convirtiéndose de manera inmediata en otra cosa diferente a lo que era y se permite la osadía de calificar al resto de “trabajadores/as y ciudadanos/as”, como si ellos ya no fueran nada de eso?
¿Por qué la cercanía o distancia a determinadas siglas políticas que ostentan la tarea de gobierno te hace ser menos o más ciudadano/a en derechos, por ejemplo, para acceder a un empleo, a una subvención o a que arreglen tu calle?
¿Por qué cuando alcanza las tareas de gobierno un partido político relevando a otro, su obcecación es destruir y devastar lo que este último ha hecho, en detrimento de los intereses ciudadanos?
¿Por qué no puedo demostrar con mi abstención que me importa un huevo lo altos, bajos, gordos, flacos, feos o guapos que sean los candidatos, si de verdad lo que me importa a mí, a ellos les importa otro huevo más grande aún?
Son las cosas de la vida democrática, que con toda seguridad hay que seguir puliendo y mejorando. ¡Pero que así sea de una vez!, que se den pasos adecuados al respecto y que los ciudadanos/as los sintamos de verdad, porque en caso contrario, solo se está incitando al hastío.

jueves, 11 de junio de 2009

En un “tris”


Estuve a punto, vamos, me faltó un pelo para no ir a votar. Hasta el domingo por la tarde no le eché siquiera cuenta al evento electoral, entre otras cosas porque no había ni leído periódicos, ni visto televisión, ni puesto la radio, bueno, y fundamentalmente porque tenía decidido no hacerlo, habida cuenta de la putrefacta campaña electoral que unos y otros andaban desplegando; solo estaba disfrutando de los míos, en mi casa y con el único ánimo de apurar lo más agradablemente posible los últimos instantes de ese fin de semana que se acababa.
Pero ésta mi intención se vio fastidiada a última hora por motivos que no vienen al caso, pero que al final hicieron que, acompañado de mi mujer, me acercara al colegio electoral y depositara mi voto a regañadientes. Y tengo que decir, a pesar de parecer machacón, que es que no me interesaba en absoluto, ni lo más mínimo; no percibí por ningún lado esas cuestiones que al menos para mí son importantes, como es enterarme de cuáles serían las posturas y las intenciones políticas de los candidatos de cara a solucionar los problemas de los ciudadanos a los que pretenden representar, no sentí para nada que los partidos políticos en España estuvieran generando ideas nuevas que llevar a Europa y que, como consecuencia, tuvieran repercusión en el país que personifican y sirvieran para solventar carencias que éstos demandan. No, no advertí nada de eso; por el contrario, sí que me enteré perfectamente de que la empresa donde trabaja la niña de Chaves había recibido una sustanciosa subvención, de que los trajes del Presidente valenciano aún se sigue sin saber quién los pagó y hasta de que los jueces le habían puesto una demanda a otro juez por hacer de juez. De esas otras cuestiones y de que un refutado miembro de la Iglesia había dicho no se qué parida respecto del aborto comparándolo a las salvajadas que se hicieron en un centro social de Irlanda, de eso me enteré hasta la saciedad.
Por eso, con mi voto en la mano incluso, no sabía a quién votar: si al que más despotricó en contra del candidato afín al de los trajes, o por el contrario debía decantarme por aquel que se quejaba de lo de la niña del Vicepresidente Tercero, o rizando el rizo debía tomar partido por aquellos que se han juntado (arrejuntao, que se dice por mi tierra) para hacer una amalgama o tutti-fruti de partidos que ni Dios sabe qué diantres defenderán. Y mientras, en países vecinos, también en elecciones (que no erecciones), otro de los figurantes andaba cabreado porque le habían hecho unas fotillos comprometedoras en pelotas a él y otros responsables políticos en una “casita” que el susodicho poseía para estos fines lucrativo-sexuales.
En fin, al final voté a los que por ser conexo a sus ideas y cercano a ciertas personas que ahí han estado y estarán, más me inspiraba la ternura por afán de echar una minúscula mano a sus pertrechas cataduras, que no así porque éstos motivaran mi ánimo para que mi voto se decantara por ellos en función de sus promesas electorales.
Es de las pocas veces que creo que mi voto ha sido vano, insustancial, anodino, y por extensión, inútil en su expresión más sublime. Y no digo esto por la importancia intrínseca de mi acción de votar, sino por lo que he venido desarrollando anteriormente, y que es que, a pesar de los pesares, estas elecciones europeas no motivan a nadie; ni siquiera a los políticos que a ellas se presentan.

martes, 26 de mayo de 2009

Insólitas coincidencias


Hay veces que no habría que levantarse de la cama, más que nada porque da la sensación que hados y elfos han conjurado en tu contra y hagas lo que hagas te saldrá mal. Pero si encima de que las cosas te salen como el culo, éstas se concatenan y se suceden en el tiempo de manera redundante, más vale que te eches en aceite y te quedes quietecito cual queso macerando.
Algo parecido debió pasarle a una señora que como acostumbraba todos los miércoles, acudió a hacer su compra a un conocido súper de la localidad, donde además de ser conocida por todos y todas las empleadas, ella misma sabe al dedillo todos los vericuetos de esta tienda, desde la misma entrada, hasta el lugar donde se ubican los artículos expuestos para la venta. Nada más acceder a la puerta automática, ésta se abrió y en ese momento otra señora que pasaba por la calle, conocida suya, la saludó, cuestión que obligó a la susodicha a volver la cara para corresponderla. Justo al término de las salutaciones la señora en cuestión irrumpió con prisa hacia la entrada a más velocidad de lo que la puerta era capaz de abrirse (en el lapso de los saludos volvió a cerrarse), con lo que se estampó de bruces contra ésta, haciendo que señora y carrito de la compra rebotaran hacia atrás como si de una cama elástica se tratara.
La señora dio de culo en el acerado y el carrito, como poseído por la escudería Ferrari y obligado por el trompazo y la inclinación del terreno, tomó dirección hacia la calle justo cuando pasaba una furgoneta que no tuvo oportunidad de evitar la embestida y con la que fue a colocarlo encima del capó trasero de otro coche que estaba aparcado como a dos metros del suceso. La señora se repuso con cierta dificultad (la orondez de su figura influyó en ello) y se apresuró para ir a recoger el endiablado carrito que reposaba aún encima del coche; el conductor de la furgoneta también corrió aceleradamente en la misma dirección a socorrerla, pero por la parte izquierda del vehículo, con lo no podía ver a la mujer… de momento, porque en cuanto los dos confluyeron en el vértice frontal de la furgoneta, la vio… mejor dicho, vio las estrellas al estamparse literalmente contra ella y… ¡otra vez la señora al suelo!.
Esto estaba tomando un cariz satírico, pero lo peor estaba aún por llegar.
El hombre extendió su mano para ayudar a la mujer a levantarse y ésta lo agarró con su brazo izquierdo, estirando el derecho para agarrar y apoyarse en lo primero que alcanzó, que no fue otra cosa que el carrito diabólico que seguía encima del coche, justo al lado donde la señora reposaba su trasero, y que parece ser estaba esperando este “estímulo” para echársele sobre la cabeza. Ésta, al ver que el apoyo le fallaba y que había perdido la luz (el carrito le entró por la cabeza como una funda de su talla), dio un fuerte tirón del brazo del conductor de la furgoneta y éste fue a parar encima de la “señora vestida de carrito de la compra”, como hubiera titulado Dalí a este cuadro surrealista.
En estas circunstancias se encontraban cuando llegó la guinda del pastel: un Policía Municipal se acercó al lugar de los hechos tocando el silbato para poner orden en el caos que la furgoneta estaba causando en el tráfico por haber quedado en mitad de la calzada, y cuando atisbó el hueco que quedaba entre ésta y el automóvil de enfrente, se quedó pasmado: una mujer en el suelo, chillando y tapada la cabeza por un carrito de la compra y un señor encima braceando y pataleando. El Policía no lo pensó dos veces: sacó su porra y le arreó al conductor de la furgoneta dos vergajazos, uno en todo el lomo y otro por la entrepierna, mientras llamaba pidiendo ayuda a sus compañeros y se apresuraba en poner las esposas al pobre señor.
Entre lamentos, gritos y chillidos acudió una multitud de personas que se encontraban cercanas al lugar para tratar de ayudar y aclarar el insólito suceso, pero fundamentalmente, para intentar aplacar el ímpetu del Policía Municipal que andaba “cagando leches” en la faena de inmovilizar al dolorido conductor de la furgoneta.
Cuando al cabo de un rato ya todo se calmó (sobre todo el Policía) y las aguas empezaron a volver a su cauce, se oyeron unas risotadas como enclaustradas, como si salieran de un habitáculo cerrado… y así era; era la señora, que sentada en el suelo, aún portaba el puñetero carrito de la compra sobre sus hombros y se estaba partiendo el pecho de la risa.
Se zafó como pudo del carrito, miró con ojos vidriosos a todos los que allí se encontraban, y sin dejar de reírse dijo: “no tenía que haber salido hoy de casa; ¡hay que ver la que he “liao”!