martes, 12 de febrero de 2008

Mentiras y Fanfarrias


Estamos de nuevo en período electoral y la pomposa opulencia que los distintos partidos políticos derrochan en estas fechas no es nada nuevo; más aún, los electores-víctimas de todo este teatro, cada vez esperamos más respecto a los medios que éstos emplean para hacernos boquear y tiritar de júbilo ante sus promesas. Ya no basta con MSN, ni con vídeos que nos cuentan con oscarizados argumentos los beneplácitos de votar a esta o aquella opción, no. Ahora se ponen de moda los tonos, los poli tonos y las canciones populares que hunden en el fango o elevan a los altares (según la procedencia de las composiciones) a aquellos que hoy por hoy son las personas que mejor viven nuestras miserias, angustias, desdichas e infortunios y, por supuesto, conocen fehacientemente los remedios para mitigarlos, hacerlos desaparecer para siempre y, además, son generadores espontáneos de creaciones e iniciativas que mejorarán aún más la existencia de todos aquellos que caigamos en la seducción de su charlatanería.
Alguien puede pensar que tengo una visión demasiado oscura de estos períodos bisiestos, regulares por antonomasia y repetitivos, pero es que yo vivo en la Comarca del Guadiato, tengo 48 años, he pasado muchas veces por ésto y, además, aún conservo la vista (aunque use gafas de cerca) y los sentimientos como para no tener una perspectiva más halagüeña al respecto. Solo hay que echar un vistazo a nuestro alrededor para hacer un esbozo con cuatro datos: perdemos población a marchas forzadas, se gastan ingentes cantidades de dinero en promocionar la riqueza con la mano derecha, y con la izquierda se ponen vallas y fronteras para que ésta no arraigue ni se consolide, se dicen, se repiten, se reiteran proyectos de futuro hasta la saciedad y éstos, o bien son rellenos en los discursos, o son sencillamente mentira, se prometen con golpes de pecho y cejas arqueadas (que da más rigor a la oratoria) realidades incuestionables que acaban justo después de haberlas dicho y, en fin, se menudean pequeñas obras de jardinería, fuentes y arreglos de caminos que nadie usa, para con ello dar a entender que “en algo hemos mejorado”.
Todo es mentira, todo es parte del guión bien estructurado que entre otras cosas contiene como argumento que cada cuatro años hay que “levantar el ánimo de esos desgraciados para que no nos saquen las tiras de pellejo cuando vayamos a pedirles de nuevo que nos voten”. Así es, es cíclico y perenne. Donde el MINER nos atiborra de dinero, es el mismo sitio por donde la autovía no pasa por nuestro lado, la ZEPA se caga en las ilusiones de muchos y el POTA se mea en las posibilidades de que esta comarca ascienda de manera paulatina a niveles de progreso razonables.
Y para colmo de males, las estadísticas vuelven a repetir lo que de manera insaciable vienen diciendo hace lustros: “la Comarca del Guadiato va como el Titanic, cargadita de tesoros que se han de hundir en lo más abismal del olvido”… salvo que cada cuatro años vendrán a visitarnos para decirnos lo contrario.

El Éxodo más Sangriento


Desde hace del orden de 15 años estamos asistiendo a la masacre más dolorosa que esta comarca y, concretamente, la ciudad de Peñarroya Pueblonuevo viene padeciendo. Estoy hablando de métodos que los gobiernos de turno y los sindicatos adláteres, han venido amalgamando con tintes de generosa y plácida bien escondida muerte, a través de planes de reestructuración de la minería del carbón, que ha conducido de manera enormemente traumática a que el empleo desaparezca de la faz de estas tierras. Si bien las condiciones de los que han dejado de trabajar no son malas, más bien todo lo contrario, se ha olvidado todo el mundo de pensar en el futuro, en esos jóvenes a los cuales se les coarta de manera tajante el acceso a un empleo digno en su tierra, porque desde los estamentos más responsables de este país se decide dar por terminada la actividad extractiva del carbón y, por ende, el empleo que ésta generaba.
No es cosa nueva que los gobiernos, derivados en sus decisiones por acuerdos y protocolos de política internacional, han de ser coherentes con estos pactos y acudir a establecer métodos y mecanismos que varíen las coyunturas económicas, pero para ésto, siempre, siempre, se han tenido en cuenta los territorios, las peculiaridades específicas de los entornos y, sobre todo y fundamentalmente, las personas que en ellos habitan. Y no es el caso de la Comarca del Guadiato, donde se han de regir, por supuesto, por las mismas normas que el resto del país, pero que de igual manera se han de tener en cuenta las singularidades y las características propias que aquí tenemos para que el efecto sea, como poco, igual de traumático que en el resto de territorios.
Aquí en esta Comarca, perteneciente a la Comunidad Autónoma de Andalucía (por si alguien no lo recuerda, somos Andaluces) no solo se han perdido los empleos que la recesión minera ha generado, sino que además, los empleos en activo que quedan de esta “operación destrozo”, VAN A SER TRASLADADOS A PUERTOLLANO (Comunidad Autónoma de Castilla La Mancha). Es decir, por si ya era poco recomendable que las prejubilaciones fuesen a mayor velocidad que la generación de empleo a través de Fondos MINER, la guinda del pastel llega cuando sindicatos, empresa y alcaldes de la comarca, consienten como medida menos mala que los TRABAJADORES EN ACTIVO QUE QUEDEN EN 2012, del orden de cuarenta y tantos, trasladen sus casas, sus hijos, sus sueldos y la riqueza que éstos generan a, nada más y nada menos, que OTRA COMUNIDAD AUTÓNOMA.
Impensable desde todo punto de vista lógico, razonable, humano, responsable, solidario, juicioso, sensato y cabal. Solo queda la esperanza de los políticos que ahora andan pidiendo ese voto tan necesario para que ellos conserven SU PROPIO EMPLEO, que prometan con la mano en el pecho que estos trabajadores en activo NO SE MOVERÁN DE SU TIERRA.
Ahí queda el reto, señores políticos, los votos de los que en esta comarca habitamos serán en mayor medida para aquellos que tengan los arrestos de comprometerse a que estas personas que han desarrollado durante muchos años su trabajo aquí, terminen su vida laboral en esta tierra y, por supuesto, rodeado de todos los suyos.

Últimamente me flagelo

Últimamente me flagelo. Me gusta oír a primera hora de la mañana, desde las 8:00 hasta las 8:15 aproximadamente, las despotricaciones que, desde su madriguera, exabrupta sin pudor ni apocamiento alguno el insigne Federico Jiménez Losantos. Se rodea de su propia corte de celestiales e invisibles ángeles apócrifos y vomita, ente gestos y rictus circenses, todo aquello que su pusilánime personalidad es incapaz de ejecutar a motu propio y por ello encubre su nimiedad en la soledad de su intrínseca existencia.
Verdaderamente es magnífico en expresiones superlativas y doctas, alusivas grandilocuentemente a historia, cultura, investigación, política, ciencia, técnica o cualquier otra materia existente habida y por haber en este mundo conocido y en el que quede por conocer. Todo ello, como es de esperar, con el ardor guerrero necesario para poner a parir al valedor de turno, menospreciarlo, humillarlo, poner en evidencia aquel defectillo sutil o inapreciable para personas de inferior catadura intelectual que él y, con esta mínima e insignificante pincelada, conseguir esbozar un terrorífico y maquiavélico cuadro solo comparable con el horror, la putrefacción y la muerte con dolor, cuestiones a las que le conduce su innata maldad y lo mezquino de su personalidad.
A veces maquilla y adorna los vilipendios para que el producto final no solo sea atroz y contundente, sino que además aparezca de cara al interlocutor (oyente en este caso) como realmente esperpéntico y con matices solemnes de denigración en su estado más puro y despreciable, para lo cual añade pizcas y retazos de “humor” con el objetivo de que este aderezo hunda aún más en la miseria a su “elogiado”.
Y de vez en cuando apunta alto y reverbera en lo más lúcido, en lo más brillante y en lo enormemente espectacular. Es entonces cuando comienza a babear por las comisuras de los labios, le enrojecen los globos oculares, por los que llega a excretar ponzoñosas secreciones que lo llevan a lo más prominente, a lo más sublime del placer orgásmico y satánico: alguien al que FJL “adora”, ha sido sorprendido in fraganti en algún desliz. Da igual el tamaño o la importancia de éste; basta con un minúsculo padrastro para que FJL despelleje al susodicho de un fuerte tirón de la brizna de piel que le asoma en el uñero y dejarlo en carne viva para, seguidamente, bañar con vinagre y limón los sangrantes músculos al descubierto. Aquí enloquece, no cabe en su cuerpo de gozo y regocijo, se corre literalmente y emancipa sus pudores para que éstos tomen rienda suelta y chorreen por doquier los efluvios preponderantes en el rencor y odio más despótico.
Después, como voy viajando, pierdo la señal de radio en esta frecuencia, cambio de emisora y se acabó. Ni el más mínimo ápice de recuerdo. Vacío absoluto.