viernes, 27 de enero de 2012

La Predicción Maya



“Las profecías nos hablan del Sexto Ahau (Sexto Sol) que comenzará el 21 de diciembre de 2012.

Ese día se iniciará un período de 5125 años. Será un ciclo de sabiduría, armonía, paz, amor, conciencia, y supondrá el retorno al orden natural. No es el fin del mundo como han malinterpretado personas fuera de la tradición maya”.
 
¡A ver si vamos a tener que creérnoslo! ¡A ver si es eso lo que va a tener que pasar de una puñetera vez para que las cosas empiecen a cambiar en este cada vez más hostil “mundo de los mercados e índices bursátiles” en el que estamos inmersos y del que para nada importan las personas, y sí, y mucho, los beneficios empresariales y los superávits!

Van a ser los Mayas los que nos pongan las pilas a los que vemos como el mundo conocido se rige por máquinas de hacer dinero, compuestas por piezas  de plástico, metal y, sobre todo, de carne y hueso, y que aunque mal lubricadas, funcionan 24 horas al día de todas las semanas, meses y años posibles para eso, fabricar dinero y ganancias que, al parecer, es el sueño de la humanidad. Claro está que esta premisa obliga sin miramientos a rebajar costes y por ello y fundamentalmente, se incide en esas “precisas piezas humanas” de la cadena de montaje que necesitan comer todos los días y tener coberturas “innecesarias para la productividad”, como vivienda, asistencia médica o educación. 

Ansioso estoy de que llegue ese 21 de diciembre que nos “retorne al orden natural”, como predicen los Mayas, para que de una vez por todas dejemos los macro-números solo para calcular el bienestar común, y no como hasta ahora está pasando, que nos entretenemos leyendo en la cola del INEM como cotizan los mercados a costa del sufrimiento y malvivir de la enorme mayoría de las personas,  que a la postre parecen ser las culpables de que los millonarios y los ricos no lo sean más, y dejen de ser eso, minorías preferenciales podridas de dinero.  

viernes, 13 de enero de 2012

¡Cómo está el Confesionario!

Hay un Confesionario al que han colocado el cartel de “Ocupación completa”. Y es que la fila de “fieles” que esperan, rodillas en tierra, a que el padre cura que se encuentra en él para escuchar sus faltas, es tremenda; rodea la iglesia tres o cuatro veces. Los sacristanes no dan abasto a repartir velas, cirios y hasta bocadillos y alguna bebida hidratante a los sumisos devotos que esperan ansiosos para que les rediman de sus pecados, o mejor dicho, de un único pecado contra el octavo mandamiento: “No dirás falso testimonio ni mentirás”.
Todos, todos sin excepción vienen implorando el perdón a este incumplimiento, cuestión que ya ha hecho que el sacerdote “redentor”, para preservar sus cuerdas vocales y su saliva, grabe en un CD las penitencias que han de cumplir por sus actos desdichados, y se las reproduce a uno tras otro.
Un jubilado que pasaba por allí, al ver toda esa multitud y de esa guisa (mujeres con vestido y mantilla negros, hombres de traje y encorbatados del mismo color, ojos cerrados y manos juntas), no tardó en preguntar: “¿Dan algo hoy en la Iglesia?”, a lo que fue respondido al unísono por todos los que de la enorme fila le escucharon: “El perdón, hermano, el perdón”.
Es lo que tiene ser del PP (Parroquiano Practicante), que puedes mentir lo que te dé la gana, sin mesura ni prudencia, a discreción, porque siempre, siempre serás perdonado y tu alma redimida. No les queda más remedio: son muy, muy piadosos y cristianos.

martes, 10 de enero de 2012

Pero..., ¿de qué se ríe este tío?



Cuando estaba leyendo esta mañana la noticia creí que obedecía a la licencia poética del redactor el calificativo de “carcajeo” que atribuía a la actitud del ministro de Hacienda en una tertulia radiofónica, pero cuando he visto las imágenes no daba crédito a los que mis nervios ópticos trasmitían a mi cerebro. Efectivamente era carcajeo, algazara y descojono lo que a este señor le producía la pregunta del interlocutor de “qué nombre habría que darle a la subida de impuestos de este su gobierno de derechas”, cuestión que vino a producir en el señor Ministro ese cosquilleo eufórico que terminó en carcajadas, cual adolescente travieso que acaba de propinar una colleja a otro infante despistado.
Pero no era lo más sustancial las risotadas nerviosas de este tipo, sino la tesis empleada en defenderlas, que eran, nada más y nada menos, que argumentar que estas medidas de incremento de los impuestos a las personas físicas que había tomado su gobierno, habían dejado poco menos que patidifusos a la anterior ministra y sus “colegas” de izquierdas, que no habían sido capaces de hacerlo y se habrán quedado con los ojos como mochuelos y la nariz chorreante de mocos al comprobar sus “ilustres y magníficas elucubraciones”. Insisto, me recuerdan a aquellas actitudes infantiles, cuando se jactaban de haber producido daño a otro e insistían en ello con cruenta humillación, para su propio y egocéntrico regocijo. Vamos, le hubiera faltado cantar esa cancioncilla de: “rabia, rapiña, que tengo una piña, con muchos piñones y tú no los comes”, haciendo el ademán de refregar en círculos el puño cerrado de la mano derecha sobre la palma de la mano izquierda, en pantalón corto y vestido de marinerito. ¿Tendrá poca vergüenza el susodicho?
Bueno, la verdad es que no sé de qué me asombro, si “visto el chozo, visto el habalero”, como reza en los dichos costumbristas de nuestra tierra. El señor Rajoy se ha rodeado de eso, de habaleros ávidos de “mandar” y ostentar el poder, pero bajo el cobijo de ese chozo bien decorado con banderas y estandartes de la diestra y con el único afán de propinar collejas a los anteriores gobernantes y reírse con ello, aunque sea a costa del sufrimiento y el desprecio a esas “personas físicas” que somos los ciudadanos corrientes, y que solo representamos para estos “idiotas políticos”, el medio, el fluido de transporte, pero nunca el fin y el objetivo.