miércoles, 16 de septiembre de 2009

La rana no sabía que se estaba cociendo

“En una cazuela llena de agua introducimos una simpática rana. Mientras la rana nada tranquilamente comenzamos a calentar la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia, pero a la rana ésto no le desagrada y sigue nadando. La temperatura sube y el agua sigue calentándose algo más de lo que suele gustarle a la rana, pero no se inquieta, y además el calor le produce una plácida somnolencia. Después, el agua ya está bastante caliente y a la rana le resulta desagradable; lo malo es que ya es tarde y se encuentra con las fuerzas muy mermadas, así que se limita a tratar de adaptarse al agua caliente, sin poder hacer nada más. La temperatura sigue subiendo, poco a poco, hasta que la rana acaba cocida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo por escapar. Sin embargo, si la hubiéramos sumergido de golpe con el agua a 50 grados, de una sola zancada se habría puesto a salvo” .


Transcribo literalmente un relato metafórico de Olivier Clerc que leí hoy en un diario provincial, porque en su lectura he visto reflejado con bastante similitud algo que tengo muy cercano y vengo percibiendo desde hace ya bastante tiempo: la historia reciente que se está produciendo en Peñarroya Pueblonuevo.
Todos los indicadores apuntan a que al final nos “cocemos”, que nos vamos adaptando paulatinamente al calorcito que se va produciendo poco a poco en esta “olla”, y que a pesar de ser bonita, hermosa y cada vez mejor adornada, no deja de producir hervor por efecto de los acontecimientos que se van originando, con lentitud, pero inexorables, y que se resumen en tres palabras: no sucede nada.
Es posible que como apuntaba anteriormente, la “olla”, o el “continente” (llámese al recipiente que contiene algo, en este caso, el continente es la ciudad de Peñarroya Pueblonuevo) esté siendo cada vez más habitable, más moderno, más adaptado a los nuevos tiempos y que ofrezcan mejores y más agradables vistas, pero no es más que una cortina de humo aseverar que estas acciones crean empleo y por ende el “contenido” (dícese de aquello que se encuentra en el interior de un “continente”, en este otro caso, los habitantes de esa misma ciudad) aumenta. Pero no es así, no se crea empleo y como consecuencia no hay más posibilidades de vivir aquí. Las acciones y multitud de obras que vemos solo son ornamentales, pero no afianzan los puestos de trabajo ni crean empleo, simplemente ocupan en otras tareas a personas que antes ya estaban empleadas en esas mismas empresas, pero trabajando en otros lugares, y son los menos los que acceden a este precario y eventual empleo por complemento y únicamente por el efímero tiempo que duran las obras. Luego no deja de ser una exaltación de la realidad afirmar que estas obras crean empleo, simplemente se ve a más gente pulular por las obras, por eso, porque hay más obras, pero de creación de empleo, nada de nada, por lo tanto el “contenido” sigue siendo el mismo, tirando a cada vez menos.
Creación de empleo es sumar a las personas que ya se encuentran en activo de manera permanente, a más personas en activo, sean habitantes o residentes en paro, y por supuesto también aquellos que vuelvan de la situación de emigrantes a que las circunstancias los obligaron en su momento. Esto sí es creación de empleo y no la circunstancia temporal y anodina de ver más albañiles en ciertas obras puntuales y perecederas a muy corto plazo.
Por eso digo que como el inexorable paso del tiempo es pausado, lento y a veces imperceptible, al final nos ocurrirá como a la pobre rana, que nos coceremos lentamente y cuando digamos a reaccionar será, probablemente, demasiado tarde. Tampoco quiero decir con ello que han de intentar “cocernos” a todos de golpe para que con estas pretensiones actuemos como lo haría el batracio y nos salvemos de una gran zancada, pero tiempo es ya de que nos demos cuenta que para poder crear empleo hay que llenar los polígonos industriales de empresas y no de pasto seco.
Tenemos muy cercano ejemplos de pueblos que así lo han hecho y los resultados son evidentes.

4 comentarios:

Picalcan dijo...

Es lo que los alpinistas llaman la muerte dulce. Te mueres y encima estas contento. La leche.

Anónimo dijo...

Hombre Manolo, seguro que tu y tu grupo teneis agua fria para enfriar la olla. Pero quizas no te acuerdas de que en tu gobierno se perdieron en peñarroya mas de 800 vecinos.Aqui los unicos que se mueren y no dulcemente son todos conocidos y se stán muriendo de envidia.

Manuel dijo...

Envidia..., bendita palabra en boca de quien de manera anónima se permite el lujo de atacar con todo el rencor que sus vísceras le permiten a aquellos a los que previamente se les robó el derecho a continuar con la labor ascentende que ahora, al cabo de más de seis años, a "algotros" les está permitiendo ser "algo".
Pero la realidad es que la olla está cada vez más caliente, a pesar de todo.

Anónimo dijo...

El anonimo no se entera, Manolo no está en ningún grupo, estubo en una banda, a la ahora de repetir, pasó del 3 al 18 ó fue muy listo o muy torpe.
Yo he proyectado pa que se haga en el pueblo: un puerto en el pantano, el metro que valla desde el Antolin al peñon por supuesto con parada en los cuarteles, llano quintin etc., una fabrica de condones. Lo digo porque alejandro guerra también dejo encima de la mesa 20 proyectos solo para ejecutarlo. Las cosas hasta que no se hacen no pasan a ser realidad lo demás está de más y solo son cuentos como ese de la bruja que nos contabas anteriormente.