La señora De Cospedal dice las cosas tal como las siente, sin mesura ni conciencia de que con estas palabras está dando aún más la razón a aquellos que sienten cómo todavía más se coartan sus derechos laborales. Afirma que con la entrada en vigor de la nueva reforma laboral “los sindicatos pierden su capacidad de influencia en las empresas”. ¡Naturalmente!. En eso consiste la queja, señora De Cospedal, en que los representantes legítimos de los trabajadores no pueden amparar a sus representados porque la nueva norma deja al miedo, al pavor y al dedo parcial del empresario sus ya deteriorados destinos.
Esta nueva norma permite que sean solos el empresario y el trabajador los que (entre muchas comillas) negocien sus relaciones laborales, la mayoría de las veces sin que medien ni convenio ni sindicatos en ésto. La Bestia (empresa) contra la insignificante herramienta (trabajador), y con un único y prioritario objetivo: solo se usan herramientas que proporcionen mayor rentabilidad al empresario, es decir, que no es necesario que seas el mejor profesional, sino que seas el que menos dinero le cueste a la empresa, por ejemplo, cuando te despidan, cuando te des de baja por maternidad, o simplemente cuando haya otra herramienta más subvencionada que tú.
Por supuesto que la necesidad obliga, señora De Cospedal, y que los 5 millones de parados estarán a partir un piñón con todo aquél que le ofrezca un puesto de trabajo, aún si éste es precario, porque hay mucha necesidad, señora, mucha. Y esa es la hipotética fortaleza que se pretende dar a esta reforma laboral, que nadie va a desdeñar una migaja, por muy cochambrosa que ésta sea, porque la otra opción sería la miseria, la emigración… o el hurto, para poder comer.

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