lunes, 10 de marzo de 2008

Utopía, que no Autovía


No deja de ser chocante que en todo el recorrido de la “hipotética autovía” A-81, o como se la quiera llamar, solo se dé el caso de que en un trozo, un minúsculo trozo de ésta no pase por la cercanía de tres o cuatro poblaciones y sus polígonos industriales. Es sumamente llamativo que ésto suceda, pero aún lo es más cuando no hace mucho tiempo, tres años para ser exacto, en la ciudad de Peñarroya Pueblonuevo, el equipo de gobierno compró con dinero del MINER (que no olvidemos que está para solapar las desdichas que la minería produce a nivel de empleo) 500.000 m2. de terreno por su óptima localización, que era nada más y nada menos que su proximidad a una carretera nacional y a un ferrocarril.
Inmediatamente después de esta magnífica adquisición, aparece una nueva figura intoxicativa, llamada ZEPA, que a priori empieza por molestar a los proyectos de desarrollo de agricultores y ganaderos y termina por el de la autovía, o mejor dicho, afianza la intención de no querer molestar a no sé cuántas avutardas y avutardos(avutardos = dícese de aquellos políticos virtuosos que solos o en compañía de otros -entiéndase El Cabril - se ocupan en fastidiar una comarca con todos los medios a su alcance), a costa de lo que los humaniodes, pobre y desgraciada raza en fase de extinción por estos lares, tengan previsto para vigorizar y asegurar su futuro. Una vez que ésto se produce, comienza un silencio sepulcral que se ha ido dilatando hasta la víspera de elecciones, como ocurre casi siempre, para que unos y otros (a partidos políticos me refiero) se comiencen a meter los dedos en los ojos a la búsqueda del voto de los paisanos que aquí vivimos.
Los unos, técnicos y equipo de gobierno actual, ese mismo equipo de gobierno que compró terrenos para la construcción de un gran polígono industrial colindante a una carretera y al ferrocarril, ahora asumen que la autovía es normal que “dé un vueltorio”, como se dice por aquí, a casi cuatro kilómetros de distancia y que si para que se pueda acceder a ella hay que hacer magistrales y colosales obras anexas de infraestructura, pues que se hagan. Es el mismo caso que si pretender tirarte una bomba encima de tu casa y entonces tú, iluminado y erudito, alumbras la “admirable idea” de que la solución es construir, con muchísimo esfuerzo y sin la seguridad de poder conseguirlo, un escudo nuclear que rodee tu tejado. ¿Y no es mejor con muchísimo menos esfuerzo y más sentido común impedir que te tiren la bomba, eh?.
Los otros, los que ahora ejercen oposición mayoritaria duermen en sus propios laureles y, a pesar que se echan las manos a la cabeza, tardan poco en bajarlas a la entrepierna y masajearse las pelotas, que es lo mismo que no hacer nada de nada.
Al final, como siempre, asumimos que es más aceptable que nos tiren la bomba y a joderse tocan. No sería la primera vez que la asimilación de las malignas intenciones para con nuestra tierra nos haga ver que la solución no es resistirlas y contradecirlas, sino justo lo contrario; retorcer el pescuezo en el sentido adecuado para que ante esta nueva dificultad, aunque poco, nos siga entrando un hilillo de aire que nos permita seguir respirando.
Como decía al principio, es excesivamente chocante que todo lo concerniente a nuestra comarca alcance siempre tintes surrealistas en cuanto a buscar soluciones, mejor dicho, a manifestar intenciones reales que sirvan para el bienestar común y el progreso de los que aquí habitamos. Por eso, a estas alturas de la película en la que el sufrir continuos aguijonazos y sinsabores nos ha ido moldeando hasta llegar a ser lo que ahora somos, alguien se atrevió a decir: “La clase política no sirve para nada. Cuando pretenden solucionar un problema, es a costa de crear diez más”.

1 comentario:

rdv dijo...

Cuando un politico dice que aprueba algo para esta zona, quiere decir que no tiene la menor intencion de llevarlo a la practica.