Según distintos medios
de comunicación, la asistencia a la manifestación del día 30 de mayo en
Peñarroya Pueblonuevo para apoyar los fondos MINER fue, según unos de 300 y
otros de 600 y 500 manifestantes. Sacando la media estadística, a la
manifestación acudieron 466,67 personas, conclusión que nos hace pensar que
alguno de los asistentes no llegaba a persona entera y se quedó en 67
centésimas. Pero salvando esta minucia aritmética, lo que sí es cierto es que
solo con la asistencia de los prejubilados de la minería de la comarca, esta
cifra se hubiera más que duplicado. No sé si ésto es sintomático del sentir
general sobre el problema que la reducción y/o desaparición de los fondos MINER
en este territorio ocasionaría, más aún en la vorágine en la que estamos
inmersos por la “famosa crisis”, pero lo que es palpable es que no sensibiliza
ni afecta a la moral de los primeros beneficiarios de estos dineros, los
prejubilados, a los que les ha permitido disfrutar de una situación poco acorde
con los tiempos que vivimos, ya que su futuro está garantizado, y bastante bien
garantizado.
A lo mejor es que con
la barriga llena y el futuro resuelto, cuesta mucho moverse de la tumbona, más
aún cuando la cerveza fresquita y la tapa se encuentran a un golpe de brazo de
ésta y, claro, para qué moverse más de la cuenta y gastar energías en vano, si
con cobrar todos los meses con fondos provenientes del MINER, estos placeres volvemos
a tenerlos.
Las medias estadísticas
no valen para nada, pero sí que ponen de manifiesto las tendencias. Y la
tendencia de nuestra comarca, y de nuestro pueblo en particular, es de bajada
suicida hacia la nada, la desidia y el desdén de los que nos rodean, porque no
sabemos, y cada vez sabremos menos, defender lo nuestro, lo poco que podamos tener,
para que ello sirva de soporte y plataforma de futuro para nuestros
descendientes.
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