viernes, 13 de abril de 2012

El Estado de la Necesidad

Es de lo más lamentable, por no calificarlo de atroz, tremendo y lúgubre, el que todo un Secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, este hombre con cara de buena persona, perenne sonrisa y que parece no haber roto nunca un plato (éstos son los peores), les diga a los funcionarios que se acabó el cafetito y leer el periódico, que lo que tienen que ser es productivos, porque la norma general en España es que el funcionariado solo es una rémora más que tira de las arcas del Estado solo para chupar los jugos y no aportar nada. Y esto lo hace este señor para anunciar que les va a subir las horas de trabajo a 2,5 más a la semana y que les advierte que sus salarios no deberían de subir en base a la evolución de la inflación.

Esa es la tópica cancioncilla que nos gusta escuchar a los españoles: el funcionario no trabaja, el albañil se prodiga en soltar piropos burros a mansalva, el trabajador común entiende solo de darse de baja, se es más inteligente buscando una paga no merecida que trabajando por un sueldo, etc., etc., etc.

El clásico, el inigualable tópico de que los españoles somos más espabilados para buscar rentas en lo negro, en lo profundo, en lo ilegal, se hace mucho más patente cuando desde las más altas instancias de la Administración Pública se hace eco de tales temáticas para sentar cátedra y dar una manita de cochambrosa pintura a nuestro honor como españoles. Lo malo de este asunto es que nunca, nunca, nunca sale a la luz con la misma contundencia nada más que lo que atañe a “los trabajadores”, que parece ser que han sido los que han dinamitado la economía española para llevarnos a esta debacle que estamos viviendo. Se trata de rentabilizar el coste de las personas que trabajan por un sueldo para un tercero a toda costa, pero no se le echan las mismas ganas cuando se trata de perseguir el fraude fiscal (que ronda según dicen los 25 mil millones de euros), la corrupción política (que cada vez que se amaña un contrato o se recalifican fraudulentamente unos terrenos no es inferior a los 1.000 o 2.000 millones), el derroche de pagar 90 mil euros por un retrato, las rentas millonarias y vitalicias de políticos, la inyección de dinero público a la banca sin obligación ninguna de que cumpla con el fin propuesto, que es que revierta en la concesión de créditos a empresa y particulares, las facturas falsas, etc., etc.

Ésto no es equiparable a lo que los trabajadores hacen, ésto es “picata minuta”, o al menos, intocable, paria, porque se da la circunstancia que afecta a las clases superiores: el empresariado, el político y el banquero.

Pues a este paso claro está que el Estado de Necesidad (antes del Bienestar) está acuciando a familias enteras y cada vez a más, y que esta angustiosa situación por algún sitio tendrá que reventar, porque no es de recibo que se restrinja continuamente a los mismos (que a la postre somos más) y se siga prodigando a aquellos que son los más perversos para el bien común de nuestro país.

En algo nos teníamos que parecer a los yanquis: los más malvados forajidos, pistoleros sin corazón y con gatillo fácil, han sido exaltados, llevados a la literatura y al cine con halo de héroes, al igual que en España se han convertido en leyenda aquellos bandidos que campaban a sus anchas por esas sierras andaluzas.

Algo habrá que hacer al respecto… yo ya me tengo mirado unas cuevas en cierta serranía… por si acaso.

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