martes, 17 de mayo de 2011

No quería, pero lo voy a hacer

Como indica el título de este post no quería meterme en la faena de dar opiniones en esta campaña electoral, pero lo voy a hacer. Por supuesto no significa nada mi opinión, pero ya me estoy hartando de estupideces, ¡por favor!, que los ciudadanos vamos a votar a nuestros alcaldes y concejales, los de nuestro pueblo, los que van a convivir cercanos a nosotros porque la distancia es mínima y vamos a poder estar en sus despachos, llámense alcaldías o concejalías, para demandar esas cuestiones que nos son colindantes, con la capacidad de ver a esos mismos que vamos a votar, ¡joder!

Así que me enervo cuando veo a políticos de autoritario rango (y extraño, al menos para unas municipales o autonómicas), famosillos recaudados por cualquier método, e incluso, personajes de la historia y de los antaños, dándole a la carretera, al tren o al avión para estar apoyando candidaturas de pueblo, ciudad o comunidad, con argumentos más divinos que el propio copón ídem, con alardes magnificados en cuestiones que nos importan un “huevo” a los paisanos de esos feudos que son motivo de voto y con petulancias y borderías que a lo único que inducen es a la zozobra y a la enemistad.

El señor Rajoy y sus solariegos se han planteado estas municipales y autonómicas cómo si de ello dependiera la presencia futura de éste en la Moncloa, asestando improperios contra el señor Zapatero, y éste, y por supuesto sus linajudos, haciendo lo propio al respecto.

¡Cómo si a nosotros nos importaran sus políticas de mierda, cómo si creyéramos que son ellos los que nos van a dar respuesta cercana e inmediata a nuestras menesterosas necesidades cuando ocupen altos cargos de mucho, mucho “rango y abolengo”, cómo si dependiéramos exclusivamente de las dotes omnipotentes y todopoderosas de esos dos partidos, dos, PSOE y PP, para poder ser personas con capacidad de tener criterio propio, con entidad suficiente para razonar y, por ende, saber que no son ni a ellos ni a sus partidos a los que debemos rendir pleitesía, sino todo lo contrario!

Reitero mi querencia inicial de no participar en este aquelarre, pero es superior a mis entendederas y a mis básicos instintos humanos permanecer inerte ante toda esta sarta de despliegues parafernálicos y vociferios barriobajeros, porque, en última instancia, aún tengo la ilusión de que mi voto sea parte de ese poder que otorga la democracia: el que emana del pueblo.

¡Democracia real YA!

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