lunes, 14 de julio de 2008

Las Arenas de Palomares y su Destino


¡Cómo está España de mierda, de mierda nuclear, señoras y señores!. Las arenas de Palomares están contaminadas desde que se despistaron de sus anclajes las famosas bombas atómicas yanquis y cayeron en las playas almerienses allá por los años sesenta; y el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) también tiene basura nuclear para dar y regalar desde hace años. Tienen que llegar constructores a remover tierras a Palomares para que al cabo de más de cuarenta años se den cuenta de que “esto es malo” y que a los trabajadores del CIEMAT les duela la boca de decir lo mismo sobre tierras depositadas alegremente en plena Ciudad Universitaria de Madrid, hasta que tuvo que intervenir el fiscal de Medio Ambiente para poner remedio. Y toda esta “maravillosa dote” me la van a traer a escasamente treinta kilómetros de mi casa, para que la disfrutemos con “salud” los habitantes del entorno del cementerio nuclear de El Cabril. Si para los 6.000 metros cúbicos de tierra contaminada del CIEMAT hacen falta 600 camiones, ni me imagino los vehículos que harán falta para el traslado de las arenas de Palomares, pero seguro que son muchos, muchísimos, con lo cual tenemos asegurado el trasiego de mercancías radiactivas por nuestra comarca durante también muchos, muchísimos años.
Todo esto me hace sentir feliz, porque menos mal que al fin no están desparramadas alegremente por cualquier sitio estas “malas tierras” que ahora se van a controlar en un centro preparado para ello. Lo que no me hace demasiada gracia, por no decir ninguna, es que este sitio esté tan cerca de mi casa y de la casa de más de 28.000 vecinos que poblamos esta deprimida comarca, curiosamente en declive desde que este centro está ubicado aquí sin pedir explicaciones ni consentimientos a nadie. Y encima tendremos que ver pasar esos féretros autotransportados repletos de “caquita” nuclear durante el tiempo necesario hasta que sea almacenada la totalidad de basura procedente de Madrid y Almería. Todo ello a cambio de que se subvencione, por ejemplo, la obra de teatro de Fuente Obejuna, una grúa para cambiar bombillas, la obra inconclusa del parque de bomberos y diversos eventos como la Feria de Expo Guadiato en Peñarroya Pueblonuevo.
No le encuentro reciprocidad a este negocio, no. No acabo de ver claro que a cambio de toda la vida – al menos 300 años desde el último enterramiento durará la nocividad de los residuos almacenados en El Cabril – tengamos subvenciones perecederas que solo alivian un instante las necesidades que los habitantes de esta comarca tenemos. Y nuestros hijos se siguen yendo a trabajar fuera porque aquí no hay empleo; y nuestras industrias y comercios se siguen cerrando porque los negocios ya no son rentables; y no se instalan nuevos empresarios porque la decadencia no es buen síntoma para ampliar líneas de negocio, ni siquiera para emprender tareas nuevas.
Y para colmo de males, si la pasividad de 40 años con las tierras de Palomares les ha parecido poco, más cerquita aún de mi casa, a escasos 500 metros, también existe desde más tiempo aún, setecientos mil metros cuadrados de terrenos que están contaminados, según nuestra alcaldesa Luisa Ruiz. Y ahí están, en El Cerco, tan contaminados que ha obligado a trasladar el proyecto de Hospital, según siempre los criterios de ella y sus amigos de la Junta de Andalucía. Este proyecto de Hospital que me duele la boca de decir que si hubiera seguido los pasos lógicos y paralelos de construcción y retirada de materiales, hoy por hoy tendría como realidad la consolidación de más de 250 puestos de trabajo directos desde octubre de 2005. Esos mismos empleos que no solo se han perdido, sino que con la mochila como la tenemos, cargada de mierda de toda España, difícilmente va a ser nunca atractivo nuestro entorno como para que el empresariado se instale y, como consecuencia, se genere empleo.
Y si toda la mierda tiene que estar aquí, en El Cabril, que paguen por ello. Pero no miserias ni propinas, no. Han de pagar para conseguir que en el futuro se genere empleo estable y duradero, que se consoliden nuevas empresas y que las administraciones públicas sean las primeras en invertir aquí para que el empresariado secunde su ejemplo. Si tenemos que “acoquinar” con la mierda, al menos que no recaiga sobre nuestras conciencias que no hemos sabido luchar por el futuro de nuestros descendientes.

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