Así es, señoras y señores: Ya tenemos ZEPA oficial con 33.930 hectáreas de terreno situada en los municipios de Fuente Obejuna, Los Blázquez, La Granjuela y Valsequillo. Ésto fue declarado de manera reglamentaria ayer mismo, 29 de julio, por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, como diría mi abuelo, por cojones y sin mediar más palabra que la suya propia. Para nada ha valido (por supuesto) que alcaldes, asociaciones y agricultores y ganaderos hayan manifestado su disconformidad o, al menos, hayan pedido explicaciones satisfactorias sobre el tema en base al impredecible futuro que esta figura de protección de pajaritos y pajarracos vaticina.
A priori, y sin haber sido declarada oficialmente, de momento nos quedamos sin autovía, entre otras cosas porque estas obras de infraestructuras están tácitamente prohibidas en el decreto de las narices al ser perjudiciales para la tranquilidad, el sosiego, el reposo, el progreso y la estabilidad de unas especies animales, muy dignas ellas, y en contra de eso mismo de otros especimenes, en este caso humanos (menos dignos, supongo), que nos quedamos fuera del ámbito de influencia de este proyecto de desarrollo. Y no solo nos quedaremos sin autovía, sino que además y tal como establecen las normas que regulan estas figuras de protección de aves, las actividades que se desarrollen en el ámbito territorial de la ZEPA deberán ser en todo caso compatibles con la conservación de los hábitats de las especies de aves incluidas en el Anexo I de la Directiva 79/409/CEE y presentes en las ZEPA declaradas. Es decir, que si tuviéramos que titular una película con estos argumentos y parafraseando a Almodóvar, diríamos Todo para mis aves.
Para nada estoy en contra de la protección del medio ambiente, del entorno natural y, por supuesto, de la conservación de especies amenazadas, sean éstas animales o vegetales, entre otras cosas porque me parece que dependemos de la propia naturaleza para poder seguir siendo personas cada vez más libres y ello nos debe hacer responsables del cuidado de nuestro entorno natural. Pero si mal no recuerdo, los protocolos de Kyoto y la Cumbre de Río, aceptados ambos como referentes mundiales para la protección de nuestro planeta en todos los contextos medioambientales, también establecen algo que además se repite en el decreto de declaración ZEPA como norma fundamental de obligado cumplimiento, que es el desarrollo sostenible, algo que en cristiano viene a significar que hay que seguir desarrollándose, progresando de manera sostenible, sin agotar los recursos existentes, estableciendo nuevas fuentes de energías renovables y manteniendo y cuidando los hábitats naturales de manera compaginada con la actividad humana y que además ésta sea estable en el tiempo.
En este caso, a la vista del articulado del decreto y de las prioridades que en él se establecen, queda claro que el desarrollo sostenible está pensado única y exclusivamente para las aves esteparias y sus amiguetes, porque lo restrictivo de éste en materia de autorizaciones y declaración de actividades incompatibles con la finalidad y los objetivos de la declaración ZEPA, dan poco o nulo margen a que los humanos, especie que está y estará en permanente fase de extinción por estos lares, tengan posibilidades de desarrollo y ya no digamos de explotación de recursos. Entre otras cosas que requieren autorización por la Consejería de Medio Ambiente, y como consecuencia, filtro, control y cercenamiento de la actividad humana, están las siguientes perlas:
• Las transformaciones agrarias que impliquen la creación de nuevos regadíos o la aplicación de técnicas que puedan suponer una intensificación del sistema de cultivo.
• La apertura, modificación del trazado o ensanche de los caminos y pistas.
• La construcción de edificaciones.
• La construcción, instalación o modificación de infraestructuras de transporte o para abastecimiento, incluyendo transporte de agua, combustibles, líneas eléctricas, parques eólicos e instalaciones para la producción eléctrica fotovoltaica.
• Las obras o actividades que conlleven movimientos de tierra y no estén incluidas en apartados anteriores, excluidas las labores agrícolas habituales.
Como actividades totalmente incompatibles, es decir, prohibidas tajantemente, se establecen estas otras joyitas:
• La eliminación de setos a lo largo de caminos y lindes de parcelas.
• La suspensión de manchas, grupos o pies aislados de vegetación forestal arbórea o arbustiva.
• Los movimientos de tierra y actuaciones tendentes a desmontes, aterrazamientos y rellenos.
• La quema de rastrojos.
• La construcción de pistas de aterrizaje de aviones o helicópteros.
• La instalación de parques de vehículos.
Y mucho ojito con las instalaciones para electrificación y modernización de fincas, que han de ser soterradas o en el mejor de los casos, han de transcurrir por lindes de caminos o carreteras ya existentes, estén o no cercanas a las explotaciones a las que se pretenda llevar energía eléctrica, con el consiguiente coste añadido que esto significaría. Así mismo, y como “aliciente” a los ganaderos, también les viene a coartar la carga ganadera que éstos tengan en explotación, que ha de ser “adecuada” a las superficies forrajeras de las explotaciones agrícolas, es decir, que les van a decir desde organismos oficiales el número de cabezas que tienen que trabajar en sus fincas, además de cómo tienen que mantener y usar su maquinaria agrícola y cómo deben tratar sus campos para las malas hierbas.
En fin, que ya tenemos ZEPA, lo queramos o no. Pero todo no puede ser malo y en base también al progreso de esta comarca, también se establecen ayudas para “reconvertir” nuestro futuro y, como ya vine a decir en posts anteriores, nos enseñaran a vestir santos, a mostrar los animalitos del campo y a que los “millones de turistas” que vengan a vernos, veneren las puestas de sol de nuestra comarca, admiren los vuelos de pajaritos adorables, se asombren a la vista de sus encantadores polluelos y, además, como parte integrante de este magnífico folklore… fotografíen las arrugas crispadas y horadadas por el sufrimiento que se muestren en los semblantes de los pocos que quedemos por aquí.
A priori, y sin haber sido declarada oficialmente, de momento nos quedamos sin autovía, entre otras cosas porque estas obras de infraestructuras están tácitamente prohibidas en el decreto de las narices al ser perjudiciales para la tranquilidad, el sosiego, el reposo, el progreso y la estabilidad de unas especies animales, muy dignas ellas, y en contra de eso mismo de otros especimenes, en este caso humanos (menos dignos, supongo), que nos quedamos fuera del ámbito de influencia de este proyecto de desarrollo. Y no solo nos quedaremos sin autovía, sino que además y tal como establecen las normas que regulan estas figuras de protección de aves, las actividades que se desarrollen en el ámbito territorial de la ZEPA deberán ser en todo caso compatibles con la conservación de los hábitats de las especies de aves incluidas en el Anexo I de la Directiva 79/409/CEE y presentes en las ZEPA declaradas. Es decir, que si tuviéramos que titular una película con estos argumentos y parafraseando a Almodóvar, diríamos Todo para mis aves.
Para nada estoy en contra de la protección del medio ambiente, del entorno natural y, por supuesto, de la conservación de especies amenazadas, sean éstas animales o vegetales, entre otras cosas porque me parece que dependemos de la propia naturaleza para poder seguir siendo personas cada vez más libres y ello nos debe hacer responsables del cuidado de nuestro entorno natural. Pero si mal no recuerdo, los protocolos de Kyoto y la Cumbre de Río, aceptados ambos como referentes mundiales para la protección de nuestro planeta en todos los contextos medioambientales, también establecen algo que además se repite en el decreto de declaración ZEPA como norma fundamental de obligado cumplimiento, que es el desarrollo sostenible, algo que en cristiano viene a significar que hay que seguir desarrollándose, progresando de manera sostenible, sin agotar los recursos existentes, estableciendo nuevas fuentes de energías renovables y manteniendo y cuidando los hábitats naturales de manera compaginada con la actividad humana y que además ésta sea estable en el tiempo.
En este caso, a la vista del articulado del decreto y de las prioridades que en él se establecen, queda claro que el desarrollo sostenible está pensado única y exclusivamente para las aves esteparias y sus amiguetes, porque lo restrictivo de éste en materia de autorizaciones y declaración de actividades incompatibles con la finalidad y los objetivos de la declaración ZEPA, dan poco o nulo margen a que los humanos, especie que está y estará en permanente fase de extinción por estos lares, tengan posibilidades de desarrollo y ya no digamos de explotación de recursos. Entre otras cosas que requieren autorización por la Consejería de Medio Ambiente, y como consecuencia, filtro, control y cercenamiento de la actividad humana, están las siguientes perlas:
• Las transformaciones agrarias que impliquen la creación de nuevos regadíos o la aplicación de técnicas que puedan suponer una intensificación del sistema de cultivo.
• La apertura, modificación del trazado o ensanche de los caminos y pistas.
• La construcción de edificaciones.
• La construcción, instalación o modificación de infraestructuras de transporte o para abastecimiento, incluyendo transporte de agua, combustibles, líneas eléctricas, parques eólicos e instalaciones para la producción eléctrica fotovoltaica.
• Las obras o actividades que conlleven movimientos de tierra y no estén incluidas en apartados anteriores, excluidas las labores agrícolas habituales.
Como actividades totalmente incompatibles, es decir, prohibidas tajantemente, se establecen estas otras joyitas:
• La eliminación de setos a lo largo de caminos y lindes de parcelas.
• La suspensión de manchas, grupos o pies aislados de vegetación forestal arbórea o arbustiva.
• Los movimientos de tierra y actuaciones tendentes a desmontes, aterrazamientos y rellenos.
• La quema de rastrojos.
• La construcción de pistas de aterrizaje de aviones o helicópteros.
• La instalación de parques de vehículos.
Y mucho ojito con las instalaciones para electrificación y modernización de fincas, que han de ser soterradas o en el mejor de los casos, han de transcurrir por lindes de caminos o carreteras ya existentes, estén o no cercanas a las explotaciones a las que se pretenda llevar energía eléctrica, con el consiguiente coste añadido que esto significaría. Así mismo, y como “aliciente” a los ganaderos, también les viene a coartar la carga ganadera que éstos tengan en explotación, que ha de ser “adecuada” a las superficies forrajeras de las explotaciones agrícolas, es decir, que les van a decir desde organismos oficiales el número de cabezas que tienen que trabajar en sus fincas, además de cómo tienen que mantener y usar su maquinaria agrícola y cómo deben tratar sus campos para las malas hierbas.
En fin, que ya tenemos ZEPA, lo queramos o no. Pero todo no puede ser malo y en base también al progreso de esta comarca, también se establecen ayudas para “reconvertir” nuestro futuro y, como ya vine a decir en posts anteriores, nos enseñaran a vestir santos, a mostrar los animalitos del campo y a que los “millones de turistas” que vengan a vernos, veneren las puestas de sol de nuestra comarca, admiren los vuelos de pajaritos adorables, se asombren a la vista de sus encantadores polluelos y, además, como parte integrante de este magnífico folklore… fotografíen las arrugas crispadas y horadadas por el sufrimiento que se muestren en los semblantes de los pocos que quedemos por aquí.