Hoy ha muerto un amigo,
un compañero, un alma libre y buscador incansable de la sensatez, la razón y,
sobre todo, la verdad. Se ha ido humildemente, tan humildemente como todo él
era, al que jamás nada ni nadie podrá reprochar que en todas y cada una de las
acciones de su vida hubo el más mínimo atisbo de egoísmo o interés personal. Lo
daba todo por todo, primero por su familia y después, por todo aquello en lo
participaba, siempre de manera altruista y empleándose a fondo con un magnífico
despliegue de conocimientos y profesionalidad.
Se ha dejado la vida
peleando por aquello que amaba y defendía a
ultranza: la verdad, solo y únicamente la verdad.
Honrado hasta límites
no concebidos, amante de su familia, compañero de sus compañeros y luchador
incansable por su pueblo y, por ende, de todos los que vivimos en él, Manolo no
era solo una persona: Manolo era la persona que por antonomasia a todos nos
hubiera gustado tener por amigo.
Socialista por
convicción, honesto e íntegro por
condición, Manolo es y será siempre la imagen viva del tesón y la búsqueda incansable
de la veracidad, la sinceridad y la bondad.
Descansa, amigo Manolo,
descansa en paz.