martes, 26 de abril de 2011

ME LO QUITAN DE LAS MANO

Miguel Ángel Rodríguez, ese espectacular sabihondo que deja a la altura del betún a los más prestigiosos investigadores y eruditos de la historia del mundo conocido, ese grandilocuente comunicador que sienta cátedra cada vez que respira, ese portavoz de José Mari y ahora, al igual que éste, frecuentador de tertulias, foros clarividentes y además, escritor, ese, ese mismo, ha sido condenado a pagar 30.000,00 € de indemnización más 30,00 € diarios durante 11 meses, por bocazas.

Y es que la fábrica del PP (Productos Perecederos) no para, y mucho menos ahora que estamos en vísperas de elecciones. Lo que no se le ocurre a la Secretaria General (que va sobrada), va el Oreja y lo exabrupta sin problemas ni reparos; el candidato en Córdoba se pasa por el forro el significado de las palabras y califica los intereses de la oposición de “bastardos”, cuestión que deja sin padre conocido a esos mismos “intereses”, pero como suena bien a nivel de desprecio, pues ahí queda la expresión; el guaperas Pons no para de hacer galas y posturitas, eso sí, todas ellas acompañadas de verborrea “para tontos” que siempre apunta a describir lo malísimos que son “los malos”; el Trillo anda que “trilla” a la que cae, ahora poniendo en evidencia la excarcelación (que parece ser han provocado los que no son carceleros) de un bicho de ETA, pero que para fastidiar, y haciendo alarde de sus facultades como jurista, aprovecha la ocasión y acusa con gesto serio y ceja erguida a esos mismos malos que Pons indica en sus “cuentos infantiles”.

Y mientras, el “papa” (sin mayúsculas ni apóstrofo, para que suene calé), el patriarca, al que éstos que menciono parecen estar haciendo la cama y preparando el puchero, calla y bendice con silencios a todos sus “churumbeles”, que andan de jolgorio permanente, zapateando (entiéndase el doble significado de esta expresión), meneando cinturas y alzando manos al aire en este alboroto y francachela que las vísperas electorales provocan. El “papa” Mariano está el tío que no da crédito a lo que sus “espermatozoides políticos” han sido capaces de engendrar, así que el buen hombre va y calla. ¡Para qué va a hablar, si sus “cachorrillos” parece que van de anfetas (pastillitas que en los 70 y 80 ingerían a raudales los estudiantes para prolongar la vigilia e instruirse abundantemente, tanto o más que la Cospedal, el Pons, el Miguel Ángel, el Oreja y el Trillo juntos) y no se les seca la garganta nunca!

Orgulloso de su prole, como no podía ser de otra manera, lo único que acierta a decir “er papa” Mariano (eso sí, con la boca cerrada), es:

“¡Ay, payo, que mis niño son lo mejó der mundo! Fíjate tú como me venden la mercansía, y sin mentá ni siquiera eso de “ME LO QUITAN DE LAS MANO”.

DEJÁ VU

Como si de no tornar al pasado se tratara, como si no viniéramos de vuelta de los acontecimientos, de manera regular, cíclica, pendenciera y, para más inri, machacona, acudes cada cuatro años a las perspectivas de unas elecciones, las más próximas municipales, o las que sean, que por ende, ponen de vuelta y media esas deterioradas calles, que se nutren de nuevas obras, de contrataciones a parados a “toa mecha” sin pudor ni reparo, de presupuestos alocados que dan la sensación de que la billetera pública estaba bajo una cremallera atascada y que en estos precisos instantes alguien, con mano magistral, ha conseguido destrabar, te encuentras con que a dos meses vista de ejercer el derecho Constitucional al voto, los “voluntarios” que se presentan para hacerse cargo de esta tremenda y agobiante responsabilidad, son de todo… de todo… menos lo que han sido durante los cuatro años precedentes, es decir, “manitas de santo”.

Pero la cuestión es que son “voluntarios”, “serviciales”, “complacientes” y, por supuesto, al “servicio” de aquéllos que los votan para que ejerzan estas “durísimas” tareas de estar al servicio de esa sociedad que les puso donde están, precisamente para eso. Pero (y ahora viene otro pero) ésto se produce cada cuatro años, con todos sus meses, sus semanas y sus días, y, como consecuencia, la memoria RAM de esos “voluntarios” se satura, se colma y se encripta justo al día siguiente de que las urnas les “obliguen” a cumplir sus “labores” y, por no se sabe qué prodigioso conjuro, esas mismas personas, “voluntarios, serviciales y complacientes”, adquieren el rol de “autoridades” y el argumento se revuelve contra ti.

Aquellos que se “dejaban el pellejo” por ti, ahora te “exigen” que cumplas con ellos, porque no hay dinero para tu calle, y porque no hay trabajo para ti, y porque no hay presupuesto para esto o aquello…. Y cuidadito con tener una necesidad perentoria, que tienes que pasar el filtro de: “todo el mundo es culpable (léase, no votante a mi partido), mientras no demuestre su inocencia (léase, lealtad a ese ídem)”.

Y así durante cuatro años… pero, (siempre hay un pero) llegan las elecciones. Es como el maná de los israelitas: donde no hay nada, hay abundancia, donde existe necesidad, hay remedios, y donde hay hambruna, sobran las salsas.
Pero solo durante un par de meses, o tres máximo… después nos quedan 45 ó 46 períodos más de desierto árido y puñetero... y lo que es peor, de desprecios a esas angustias que demandabas y que te llevaron a meter una papeleta en una urna para que esos “voluntarios”, ahora transformados en “faraones”, las desprecien o rechacen.
¡Elecciones cada seis meses, joder, para que ésto no nos pase, que no nos lo merecemos!

viernes, 22 de abril de 2011

Y fue el maestro y dijo: “Hoy toca dictado. ¡Venga!, cojan lápiz y cuaderno y prepárense para escribir”.


- “Iban las madrinas amparado el paso, velas encendidas y semblante serio…”

- “¡Don Luis, ¿velas es con “be” o con “uve”?.

- “¡Rodríguez, como vuelva a interrumpirme, se me pone de rodillas! ¿Se ha enterado, eh?”

- “Las lágrimas de cera resbalaban por los cirios amarrados a las manos de los penitentes que, tirando de las cadenas asidas por grilletes a sus desnudos tobillos, chirriaban arrastrando por encina de los húmedos adoquines de la calle Teatro...”

- “Don Luis, ¿desnudos es con mayúscula o con minúscula?”.

- “¡Rodríguez, venga usted para acá y pónganse en postura, que le voy a enseñar cómo se escribe “castigo”!

El discípulo se levantó del pupitre sin rechistar. Arrió sus manos a la espalda, cogidas por las muñecas y las apoyó sobre sí. Introdujo la cabeza entre las piernas de Don Luis, esperó a que éste lo sujetara y a que la “palmeta” tocara sus posaderas con el rigor y la fuerza que el castigo merecía, es decir, preparó el trasero para que la postura fuera procedente, porque en caso contrario la condena no sería por su desconocimiento del vocabulario, sino por no saber cómo ponerse en la posición adecuada para que el maestro arreara palmeta en mano, con la contundencia requerida. No se podía oír un lamento, ni siquiera el mínimo atisbo de quejido, por dos cuestiones elementales: primero, porque Don Luis creyera que la paliza no era bien recibida con la honestidad que merecía reconocer justos los agravios y, como consecuencia, ésta se prolongaría hasta que fuera así, o segundo, que no eras lo suficientemente machote para aguantar esa tortura “merecida” del que tu “inconsciencia” te había hecho merecedor y que todos tus compañeros de colegio avalaban.

Pasado este momento, todos los alumnos te miraban raro, se distanciaban de ti: habías sido castigado, habías traspasado las sagradas normas que el maestro, escrupulosa, diaria y contundentemente exigía. Tu madre y tu padre que no se enteraran, porque si no el castigo se multiplicaba: el primero en la escuela y el segundo en tu casa, por haber irritado a ese maestro, dogma de secularidad y rectitud.

Pero un día ese culo se reveló. Manifestó con arrojo que esos golpes de madera eran dañinos, y no solo porque que las terminaciones nerviosas que eran las primeras que los sufrían y transmitían al cerebro la sensación de dolor fueran importantes, sino porque lo que más angustia suscitaba, era que esa humillación fuera además consentida y tolerada, en la escuela, en tu casa y en toda la sociedad, por lo ignominioso que faltar al orden o ser torpe de conocimientos simbolizaba en el entorno. Si Don Luis, o su santa madre, te castigaba y te ponía el culo como un tomate, era la acepción pura que la formación tenía que entrar en tus entendederas con dolor, como a los perros de rehala se les enseña a ser más bestias de lo que ya son.

Y entonces el culo buscó otros culos… otras manos asidas a la espalda… otras manifestaciones contrarias… y las encontró. Llegó el siglo XX a traspasar sus tres quintos y las neuronas a trabajar por cuenta propia, producto del empecinamiento que Don Luis y muchos como él habían sido capaces de activar, con contundente dolor físico y psíquico, pero que por suerte, hoy, en el siglo XXI, no se da… ni se consiente.

domingo, 17 de abril de 2011

Dime con quién andas…


A este hombre hay que regalarle por Reyes, en su cumple, onomástica, o simplemente para que se esté quietecito y deje de hacer el burro, un país para él solito, acogedor, placentero, donde saque a pasear sus neuronas tranquilamente cuando le plazca, sin que por ello produzca molestias y daños colaterales a nadie.

Sí, me estoy refiriendo a José María, a ese José María con todos conocemos y que desde que se “prejubiló” no ha parado de execrar estupideces, gansadas, sandeces y majaderías allá por donde sus representantes le han ido buscando cuartel. Para ello, incluso, se fabricó con arcilla (mañoso es, no hay duda) hasta una Fundación de rango y abolengo, por si le fallaban las “galas”, tener siempre a mano este recurso para no faltar a la explosión impetuosa que su cerebro necesita evacuar con regularidad. Y es que es lo que yo digo: si te prejubilas, ve con antelación estructurando la futura situación que se producirá en tu vida para, con calma y sosiego, entretengas tu tremendo y perpetuo tiempo libre en cosas diferentes a cuando eras parte de la fábrica, porque si no estarás todo el rato criticando a los que quedan ejerciendo la labor que tú dejaste de hacer, intentando por todos los medios llamar la atención con la manida, cutre, rancia y esperpéntica actitud de: “Eso no es así y ese que lo hace no tiene ni idea. Cuando yo estaba…”

Pero en José María esta cuestión es coyuntural. Se nace con ese ego y se tiene que fenecer con él. Por eso la criaturita no para y tiene a sus asesores de imagen con el culo a rastras porque ya no saben qué mueca es la que procede cuando lo mismo habla de sus “amiguitos libaneses”, que pone en cuestión los criterios económicos de la UE, o manifiesta copa en mano y sonrisa beoda que “él beberá cuando le dé la gana”.

Lo peor de esta actitud de José María es que no tiene alivio, porque mientras más la prodiga, más enraíza en sus hechuras y a la vez le hacen sentir el llamado efecto mariposa, es decir, el sistema sin él es caótico, y él, con sus “mínimas e ínfimas” apreciaciones, es capaz de producir el resultado apetecible y magistral que avellana y pule los desperfectos que los demás poseen.

Pero lo tremendamente peor aún, es que no existen tampoco remedios paliativos para todos los demás, con lo que cada vez que se le ocurre alguno de sus esperpénticos exabruptos, manos juntas y a rezar por lo que nos puede caer encima.

José María, por favor, dedícate a “tus amiguitos” y déjanos a los demás en paz, porque como dice el sabio refranero español: “Dime con quién andas y te diré quién eres”

viernes, 1 de abril de 2011

BALUMBA, esos “cachondos”


Ayer escuchaba la Cadena Ser por la mañana y en determinado momento, Carlos Francino contactó con un corresponsal en Sevilla que puso de manifiesto que en la compañía de seguros BALUMBA los trabajadores eran unos cachondos mentales y que se lo pasaban de escándalo ejerciendo sus funciones laborales. Este corresponsal llegó a decir que si no trabajara para la radio, le gustaría trabajar en BALUMBA, puesto que allí el trabajo era algo espectacular, hasta el punto de que el hombre quedó sorprendido cuando al entrar en las instalaciones de la susodicha empresa, incluso algún trabajador llevaba puesta una camiseta de algún equipo de fútbol. Para enfatizar aún más estas apreciaciones, entró en antena una chica cuyo cargo en BALUMBA era importante y relacionado con el personal, que vino a afirmar poco más o menos lo mismo que ya se había dicho, además de manifestar contundentemente que sus trabajadores “eran felices y se encontraban muy a gusto, porque sus clientes eran felices y bien tratados”. Todos los clientes menos uno, supongo, porque mi yerno, asegurado en BALUMBA, sufrió un accidente que le provocó un tercero al embestirle por detrás, y lleva DOS AÑOS Y MEDIO SIN COCHE porque esta “cachonda, hilarante, jocosa, divertida y chocarrera” empresa, más que defender los derechos de sus asegurados frente a la compañía que provocó el siniestro, parece que le es más interesante “echarse a reír” y pasar por un tubo de los compromisos adquiridos en la póliza y dejar en manos de los criterios de la compañía que debe hacerse cargo de los gastos ocasionados por el mencionado siniestro, es decir, la compañía aseguradora de la persona que embistió el vehículo de mi yerno, la cual, está claro, está haciendo todo lo habido y por haber para no pagar ni un duro. Y mientras, en BALUMBA se siguen descojonando de la risa, debe ser porque ni mi yerno ni yo disponemos de medios económicos para denunciarlos y hundirlos en el descrédito, porque si no, seguro que esta cuestión estaría resuelta hace mucho tiempo y en la “graciosa BALUMBA” hubiera desaparecido por completo el rictus humorista que parece ser les caracteriza para convertirse en empresa seria y comprometida con sus asegurados. Entre tanto, mi yerno ha perdido el empleo por no disponer de coche, sigue teniendo serias dificultades para encontrar otro e incluso padece problemas de rango familiar por esta “amena circunstancia” que tan entretenidos en la risa tiene a todos los empleados de BALUMBA. Y para colmo, se les presenta en un programa de radio en el que se pretendía demostrar que el buen ambiente laboral hace mejores profesionales y, por ende, mejores personas. Pues que me pregunten a mí o a mi yerno y si tienen narices, se rían frente a nosotros, cara a cara, que verás que divertido puede llegar a ser el cotarro.