martes, 9 de febrero de 2010

Poderoso caballero.

Ayer leo en la prensa provincial dos noticias que me dejan perplejo, bueno, mejor dicho, perplejo no, pero me hacen bajar la cabeza con vergüenza y me hacen sentir mal.
Por un lado leo que se ha constituido la comisión de seguimiento del Proyecto LIFE para la Conservación y Gestión en las Zonas de Especial Protección para las Aves Esteparias de Andalucía (ZEPA), y en cuyo titular dice literalmente: “La ZEPA, con fondos, entra”. El desarrollo de la noticia viene a contar que sin pena ni gloria, después de muchas vociferaciones al respecto, tanto los “agoreros” como se denomina a los que preveían que la autovía A-81 se había fastidiado al no poder atravesar una zona protegida (entre los que me encuentro yo), como los que presagiaban la ruina total de agricultores y ganaderos (asociaciones y agrupaciones de estos mismos), ahora callan y otorgan, presumiblemente (sigue diciendo al artículo) porque este programa viene con la cartera repleta de billetes, en total unos 8,6 millones de euros.
Por otro lado también observo que se publica otra noticia en la se informa que el parlamentario andaluz de un determinado partido dice que apoya a los ¿4? alcaldes de la zona de influencia de El Cabril (Hornachuelos, Fuente Obejuna, Alanís y Las Navas de la Concepción), que andan reivindicando que se les suba la “dote” que hasta ahora vienen percibiendo por estar “desposados” y bien avenidos con este cementerio nuclear – 1,9 millones de euros anuales -, habida cuenta que por el almacén temporal centralizado (ATC) están ofreciendo bastante más.
Me siento avergonzado y malherido en mis convicciones por ambos hechos que, sin pasar a evaluar si son malas ni buenas estas cuestiones (ya no puedo optar por la radicalidad, porque no me enfrentaría a los entes superiores que han provocado estos hechos, sino a los propios paisanos como yo que se van a comer con patatas sus decisiones), lo que si queda patente y contundentemente claro es que las voces se alzan, se enervan actitudes y se enarbolan banderas reivindicativas, hasta que en la misma mano crispada que se está levantado para manifestar la queja, depositan una cantidad de euros suficiente como para que las bocas callen, las conductas se sosieguen y desaparezcan los símbolos de protesta que antaño motivaron levantamientos contrarios a lo que ahora es aceptado sin ningún pudor ni remordimiento.
No es en absoluto mi caso, puesto que yo sigo pensando exactamente igual ahora que antes, salvo que no soy nada más que un minúsculo grano de arena que, entre otras cosas, ni percibe, ni percibirá, ni quiere percibir prebendas a cambio de modificar mi criterio… no al menos en los dos hechos que transcribo.
Pero no puedo dejar de sentir vergüenza… vergüenza y pena por esta nuestra tierra que, una vez más (y esto debe ser endémico por estos lares) no solo deja pasar alegremente el virus ponzoñoso a través de su cuerpo, sino que además le ofrece gozosamente las venas para que circule sin complicaciones por nuestros maltrechos y enfermizos tejidos.


Por cierto, no volvía a escribir en mi blog desde el año pasado y, aunque con mucho retraso, deseo de corazón un estupendo año para todos.