lunes, 29 de junio de 2009

El último Pleno

El día 23 fui a presenciar el Pleno Ordinario que se celebra todos los últimos martes de cada mes. Y fui por motivos puntuales que no vienen al caso, ya que desde que dejé de pertenecer como concejal a la Corporación Municipal no he vuelto a estar en el salón de Plenos por motivo alguno.
La cuestión es que aquello fue algo que me hizo sentir irritación. Y me irritó por dos motivos concretos: primero, porque la oposición mantiene una postura de lo más ridícula, inconcreta y, sobre todo, asumiendo un rol de perdedores y sometidos que asombra; y segundo, porque en base a estas primeras premisas, la actitud de la señora presidenta vino a poner de manifiesto el tajante arrojo que emplea en tomar sus decisiones y las de su grupo político, a sabiendas que cualquier réplica de la oposición será postrada, cuando no humillada.
El portavoz del grupo municipal de IU-LV-CA preguntó que por qué no se había votado la urgencia de una propuesta que se presentó en un Pleno anterior. Con las mismas argumentaciones que nada, es decir, con cero argumentaciones, le vino a decir que eso es lo que hay y punto. Algo similar hizo el del Partido Popular, en el que venía a pedir que como homenaje a un ciudadano de este pueblo se le pusiera su nombre al Estadio Municipal Casas Blancas. Ni se votó la urgencia, ni por supuesto la moción quedó como originalmente la proponía este portavoz, sino que la señora presidenta le dijo que quedaba para incluir en el próximo Pleno el ponerle el nombre de este paisano a las nuevas instalaciones deportivas que se están construyendo detrás del antiguo pabellón polideportivo, porque el Estadio Casas Blancas se tiene que seguir llamando así. Y otra vez punto.
Y si me limito a las argumentaciones del Partido Andalucista, ya se me caen los palos del sombrajo. En “ruegos y preguntas” el portavoz de este grupo municipal esgrimió un par de preguntas o ruegos que, porque estaba yo presente, que si no, no me lo creo. En ambas - insisto, en “ruegos y preguntas”, cuestión que solo deben saber los grupos municipales que las presentan porque no forman parte del orden del día nada más que de manera genérica, sin especificar -, se llevó sendos rapapolvos: uno porque la mesa presidencial estaba repleta de documentación que ni los mismos grupos municipales poseían, como era el caso del informe de un erudito veterinario respecto a la instalación de una planta de transferencia de animales muertos, y el otro porque, poco menos que media hora antes del Pleno, por parte del Concejal de turno ya se había solucionado la cuestión que el Portavoz del PA planteaba, y que era la retirada de un vehículo que estaba a las puertas del Consistorio desde hacía bastante tiempo. Digo que se me caen los palos del sombrajo porque, ¿cómo es posible que sin que medie información entre los portavoces y el equipo de gobierno en estas cuestiones que se plantean por ruegos y preguntas se tengan tan perfectamente calibradas las respuestas o las actuaciones emprendidas en cuestión de minutos?. Parece cosa de espías, de verdad.
En serio, me llevé una enorme decepción por todo cuánto presencié, aunque no soy ajeno que no hace falta asistir a los Plenos para percibir estas sensaciones, porque evidentemente es notorio y manifiesto que la Corporación Municipal hoy por hoy la conforma únicamente el Grupo Municipal del PSOE, con su señora presidenta al frente, y el resto de grupos políticos, ni quieren, ni ejercen de representantes de ningún vecino.
Lo siento por esos vecinos, entre los que me incluyo.

miércoles, 24 de junio de 2009

Una amiga

Tengo una amiga que me riñe, casi siempre está en desacuerdo conmigo, algunas veces me abandona en pleno cotarro que ella misma ha propiciado y con reiteración, me incordia y me irrita.
Solo refiero las cosas que a priori pueden parecer justo lo contrario a una analogía de amistad, por lo que con dos renglones y medio he tenido espacio más que suficiente para ello, igual que tengo que decir que si tuviera que hacer lo contrario, es decir, definir por qué es mi amiga, creo que me harían falta palabras y asesoramiento para poder expresar con ellas las pasiones que motivan esta relación.
Es mi maestra, el camino, la sensatez (últimamente para con los demás, que no para con ella), es la historia, la memoria, la intención, la cultura, la educación, el misterio, la capacidad, la diplomacia, la serenidad, la lógica, cruda a veces y otras tierna, pero poco (o al menos intenta que no lo parezca).
Es un compendio entre memoria histórica y referentes aún más históricos, así como actual y contemporánea al mismo tiempo. Es el progreso comedido, sin prisas, sin atropellos, quizás algo reticente a ello, pero contundente en sus criterios. Para mi juicio, algo lenta en este aspecto, pero seguro que es porque la comparo conmigo, y es que yo soy apresurado e inmediato, no tengo capacidad para darle tiempo al tiempo; su lema en este sentido sería: “pasitos cortos, firmes y continuados”, y el mío por el contrario diría algo parecido a: “¡venga, coño, que no llegamos!”
Solo tengo claro que la tengo y la siento. Es mi amiga.
Ahora está malita, pero en fase ascendente para una estupenda recuperación que estoy completamente seguro servirá para que una vez pasada esta especie de ITV, con los filtros limpios y los fusibles renovados, esa sensatez para con los ajenos a la que antes aludía, se convierta en norma común de su propia vida y para con ella misma.
También tengo la seguridad de que en este escenario en el que ella ha venido interviniendo (siempre entre las tramoyas, porque no le gusta ser protagonista), volverá a estar como siempre ha estado, pletórica, rebosante, ayudando y empujando a que la obra continúe, debe continuar, y por eso ahí estará ella, mi amiga, esa misma que grita, que riñe, que desdeña y te cabrea.
Pero eso es lo que hay. Y que no cambie nunca, aunque suene egoísta por mi parte, porque de ello dependemos muchos… tantos como aquellos que la queremos tanto.
Un abrazo Ana.

lunes, 22 de junio de 2009

Un día soñé

Se notaba olor a humedad, pero de esa humedad que agrada, como la que rezuma la hierba de un cuidado césped recién cortado, o como el de la tierra mojada por una fina lluvia. Era una sensación muy seductora, porque proporcionaba frescura por un lado y a la vez evocaba naturaleza, que por ende, sugería libertad. La impresión de placer se acrecentaba porque de aquellas emociones estaba disfrutando mucha gente, personas de todas las clases, amigos, hermanos, padres, vecinos, adultos, jóvenes, que además compartían goce al ver que todo lo que les rodeaba, calles, tiendas, fábricas, escuelas y hospitales, era fruto del esfuerzo que los residentes habían puesto en el empeño, motivo por el que disfrutaban doblemente. Hasta los animales del entorno parecían más felices y desplegaban sus encantos a modo de trinos, colores y juegos con graciosos saltos y cabriolas que era su especial aportación a la euforia común.
Era una situación un tanto idílica, pero con un notorio componente asumido por cuántos compartían esa sociedad, y es que este escenario no se había producido por generación espontánea, si no que había costado un gran esfuerzo por parte de todos, y que además seguía costando, porque tenían que continuar en el empeño de cuidar que ésto fuera así, y a la vez seguir fomentándolo aún más para el bien y deleite de toda la comunidad.
Alguien que pasaba por los alrededores, y que probablemente no tenía nada que ver con aquello, arrojó despreocupadamente la corva de un cigarrillo encendido sin apenas mirar el sentido del lanzamiento, lo que hizo que ésta fuera a parar justo en una cuneta plagada de jaramagos, que por efecto del calor y el polvo de la carretera, estaban totalmente secos, quebradizos y con ausencia total de remojo. El efecto fue casi inmediato: la brasa del cigarrillo prendió una finas pajas, que a su vez empujadas por el viento, fueron a trasmitir el fuego hacia los matojos más grandes y aquello se convirtió en un rastrojal en llamas que como un reguero de pólvora recorría toda la cuneta. A lo largo de este transcurrir, el fuego remansaba y se avivaba en densas masas de hierbajos que rodeaban el pie de algunos árboles, cuestión que producía hogueras de cierta envergadura que llegaban a alcanzar las ramas más bajas de éstos. En poco tiempo el fuego era evidente y contundente. Las llamas andaban ya encaramadas a troncos y copas de algunos árboles, así como a setos de vegetación de un volumen lo suficientemente grande como para que el centelleo y la humareda diera a aquello categoría de incendio de significativa magnitud.
Los residentes abandonaron de inmediato sus quehaceres placenteros, y como una marabunta perfectamente adiestrada, acudieron al socorro de los bienes comunes y particulares que corrían el peligro de incendiarse o de malograrse por efectos del infierno que allí se había desatado. Cada uno portaba una herramienta y enser diferente con la que pelear contra el fuego, pero que conjuntadas todas ellas ofrecían una contundencia minuciosamente proyectada con la que atajar el problema.
Mangueras, hachas, vehículos terrestres y aéreos, palas, rastrillos, sierras y todo tipo de utillaje eran en manos de los residentes como enormes bocas que allá por donde pasaban iban aspirando el fuego y los rescoldos hasta hacerlos desaparecer por completo. Al paso de estas brigadas, inmediatamente detrás acudían otras que, pertrechadas con otra suerte de utensilios, se ocupaban en regenerar el terreno, construir de nuevo lo destruido y limpiar y embellecer las zonas que habían sido degradadas por el fuego.
En un pis pas no quedaba ni siquiera olor a humareda y, por supuesto, indicio alguno de que por allí había habido un devastador incendio. No solo no quedó huella de éste, sino que además el lugar adquirió un esplendor nuevo, más bello y moderno aún de cómo estaba antes del suceso. Los residentes de nuevo volvieron a sus quehaceres rodeados de la espléndida belleza de este novedoso e inmejorable entorno que, debido al conato de catástrofe, había crecido no solo en calidad, sino también en cantidad, ya que había aún más funcionalidad y número de residentes.
Solo quedaba un paisano que aún continuaba en labores de remodelación, y ésta consistía en clavar en el exuberante suelo una estaca, justo a la entrada de este fantástico lugar. Una vez plantada la estaca, asió a la misma un cartel de madera rectangular terminado en punta de flecha y en el que impreso con letras grandes se leía: “PEÑARROYA PUEBLONUEVO”.

viernes, 12 de junio de 2009

Democracia y libertad

Decía mi admirado Picalcan en uno de sus últimos post, que en defensa de la Democracia y por su creencia en ella tenía la obligación de votar, que con ello se la hacía crecer y el sistema de libertades que hasta no hace mucho en España no se disfrutaban, ahora sí se tienen y por ello hay que cuidarla y engrandecerla aún más.
Totalmente de acuerdo; ni una sola fisura encuentro en estas apreciaciones; es más, soy un inseparable adlátere del hecho de que las libertades proliferen y todos y todas tengamos la oportunidad de expresarlas y disfrutarlas. Hasta aquí todo correcto. Pero no confundamos. Votar por votar, no, por favor. Las opciones son:
· Votar una lista cerrada como opción política.
· Votar en blanco porque ninguna de las alternativas anteriores te puede parecer adecuada.
· No votar, porque las elecciones convocadas no reflejan la esencia de lo que la Democracia persigue, y que es fundamentalmente la defensa de los derechos y las libertades de las personas.
Esta última opción es tan válida como las otras, por eso no estoy de acuerdo en parte con Picalcan cuando afirma que el no votar significa “no estar de acuerdo con el sistema de elección” y puede que algunas veces sea así.
Tal como está planteado el asunto, se vota a los partidos políticos, en su conjunto, en la generalidad que esto supone, que igual por cuestión corporativa y partidista son capaces de establecer consignas que para nada son coherentes con los intereses de las personas en distintos territorios de un Estado, pero que por cuestión corporativa, insisto, ha de hacerse así.
Pongo un ejemplo: Luisa Ruiz, alcaldesa de Peñarroya Pueblonuevo afirmó de manera pública y tajante que si “el pueblo se lo pedía, el Hospital se haría en El Cerco”. El pueblo se lo pidió y lo avaló con más de tres mil firmas que fueron presentadas en Pleno de manos de una Asociación de Empresarios. El Hospital se construyó en Cerro Camello porque el PSOE no podía consentir que este hecho promovido por la anterior legislatura de IU-LV-CA fuera motivo de éxito político de estos últimos, como consecuencia, la contundencia corporativa prevaleció sobre la demanda popular.
El sistema democrático de partidos, que alguien definió como el menos malo, falla en la esencia puramente democrática, porque al final el representado, el pueblo, que es el que vota, se ve sometido a los desmanes de aquellos partidos políticos que acceden al poder, que a su vez se ven obligados a variar sus premisas en función de cómo les “arree” el partido rival de turno, y en los que prevalece el gobierno de los secretarios generales o presidentes respectivos, que el pueblo no ha votado.
¿Por qué no hay listas abiertas?
¿Por qué no pueden los ciudadanos, en ejercicio del derecho que ampara la Democracia, votar a la persona que le plazca?
¿Por qué los candidatos no se presentan individualmente a las responsabilidades de gobierno para hacer desaparecer los famosos “rellenos” de las listas electorales?
¿Por qué el Presidente del Gobierno en España, que se elige en las urnas, no es el Jefe del Estado, que no se elige?
¿Por qué cada vez que hay elecciones aflora el dinero por doquier para poner patas arriba en dos días aquello que el pueblo lleva demandando años?
¿Por qué en vísperas de elecciones se da empleo temporal a cientos de miles de desempleados que llevan sellos históricos en su cartilla del paro?
¿Por qué el ciudadano que accede a una cargo público electo termina convirtiéndose de manera inmediata en otra cosa diferente a lo que era y se permite la osadía de calificar al resto de “trabajadores/as y ciudadanos/as”, como si ellos ya no fueran nada de eso?
¿Por qué la cercanía o distancia a determinadas siglas políticas que ostentan la tarea de gobierno te hace ser menos o más ciudadano/a en derechos, por ejemplo, para acceder a un empleo, a una subvención o a que arreglen tu calle?
¿Por qué cuando alcanza las tareas de gobierno un partido político relevando a otro, su obcecación es destruir y devastar lo que este último ha hecho, en detrimento de los intereses ciudadanos?
¿Por qué no puedo demostrar con mi abstención que me importa un huevo lo altos, bajos, gordos, flacos, feos o guapos que sean los candidatos, si de verdad lo que me importa a mí, a ellos les importa otro huevo más grande aún?
Son las cosas de la vida democrática, que con toda seguridad hay que seguir puliendo y mejorando. ¡Pero que así sea de una vez!, que se den pasos adecuados al respecto y que los ciudadanos/as los sintamos de verdad, porque en caso contrario, solo se está incitando al hastío.

jueves, 11 de junio de 2009

En un “tris”


Estuve a punto, vamos, me faltó un pelo para no ir a votar. Hasta el domingo por la tarde no le eché siquiera cuenta al evento electoral, entre otras cosas porque no había ni leído periódicos, ni visto televisión, ni puesto la radio, bueno, y fundamentalmente porque tenía decidido no hacerlo, habida cuenta de la putrefacta campaña electoral que unos y otros andaban desplegando; solo estaba disfrutando de los míos, en mi casa y con el único ánimo de apurar lo más agradablemente posible los últimos instantes de ese fin de semana que se acababa.
Pero ésta mi intención se vio fastidiada a última hora por motivos que no vienen al caso, pero que al final hicieron que, acompañado de mi mujer, me acercara al colegio electoral y depositara mi voto a regañadientes. Y tengo que decir, a pesar de parecer machacón, que es que no me interesaba en absoluto, ni lo más mínimo; no percibí por ningún lado esas cuestiones que al menos para mí son importantes, como es enterarme de cuáles serían las posturas y las intenciones políticas de los candidatos de cara a solucionar los problemas de los ciudadanos a los que pretenden representar, no sentí para nada que los partidos políticos en España estuvieran generando ideas nuevas que llevar a Europa y que, como consecuencia, tuvieran repercusión en el país que personifican y sirvieran para solventar carencias que éstos demandan. No, no advertí nada de eso; por el contrario, sí que me enteré perfectamente de que la empresa donde trabaja la niña de Chaves había recibido una sustanciosa subvención, de que los trajes del Presidente valenciano aún se sigue sin saber quién los pagó y hasta de que los jueces le habían puesto una demanda a otro juez por hacer de juez. De esas otras cuestiones y de que un refutado miembro de la Iglesia había dicho no se qué parida respecto del aborto comparándolo a las salvajadas que se hicieron en un centro social de Irlanda, de eso me enteré hasta la saciedad.
Por eso, con mi voto en la mano incluso, no sabía a quién votar: si al que más despotricó en contra del candidato afín al de los trajes, o por el contrario debía decantarme por aquel que se quejaba de lo de la niña del Vicepresidente Tercero, o rizando el rizo debía tomar partido por aquellos que se han juntado (arrejuntao, que se dice por mi tierra) para hacer una amalgama o tutti-fruti de partidos que ni Dios sabe qué diantres defenderán. Y mientras, en países vecinos, también en elecciones (que no erecciones), otro de los figurantes andaba cabreado porque le habían hecho unas fotillos comprometedoras en pelotas a él y otros responsables políticos en una “casita” que el susodicho poseía para estos fines lucrativo-sexuales.
En fin, al final voté a los que por ser conexo a sus ideas y cercano a ciertas personas que ahí han estado y estarán, más me inspiraba la ternura por afán de echar una minúscula mano a sus pertrechas cataduras, que no así porque éstos motivaran mi ánimo para que mi voto se decantara por ellos en función de sus promesas electorales.
Es de las pocas veces que creo que mi voto ha sido vano, insustancial, anodino, y por extensión, inútil en su expresión más sublime. Y no digo esto por la importancia intrínseca de mi acción de votar, sino por lo que he venido desarrollando anteriormente, y que es que, a pesar de los pesares, estas elecciones europeas no motivan a nadie; ni siquiera a los políticos que a ellas se presentan.