miércoles, 24 de septiembre de 2008

Aún no me lo explico

Ayer por la tarde paseaba por el perímetro exterior del Parque de Carbonífera, a la altura del pequeño estanque donde también, por la parte de dentro, había varias personas asomadas a la orilla de éste, supongo que mirando los peces. De pronto, una de esas personas de unos setenta u ochenta años de edad más o menos, me increpó airadamente llamándome de todo menos bonito, a la vez que repetía una y otra vez el nombre de “Pascual de los cojones”. Al pronto creí que no era a mí y me puse a mirar a mi alrededor para ver si había alguien más en la cercanía de donde yo me encontraba y era a éste a quien dirigía los improperios este señor, pero no, no había nadie más.
Este hombre, rojo de ira, cada vez se aproximaba más a la verja hacia el punto donde yo me encontraba. La mujer o acompañante o lo que fuera iba detrás de él diciéndole “Manolo, que te confundes, que ese hombre tiene bigote y barba y el Pascual no”. Manolo no le hacía ni puñetero caso a la señora y seguía avanzando con coléricos aspavientos por el borde del estanque, hasta que en un momento tropezó con alguna de las piedras del brocal, se zarandeó haciendo equilibrios con dificultad y, finalmente, cayó al agua.
Yo, que me encontraba por la parte exterior de la verja, eché a correr instintivamente para auxiliarlo. Cuando llegué al lugar, el señor aún no había conseguido salir del estanque, pero lo que más me llamó la atención fue que ninguno de los acompañantes hizo nada por ayudarlo, justo lo contrario, se alejaban del lugar despotricando con frases como “¡Desde luego Manolo, no se puede salir contigo a ninguna parte, siempre tienes que dar la nota!”.
Después de quedarme atónito por esta actitud, ayudé al tal Manolo a salir del agua y le pregunté que si se había hecho daño. Este señor, además de no dejar de agradecerme y darme las gracias continuamente, me agarró fuertemente la mano y me dijo: “Hijo, menos mal que hay gente como tú que todavía tiene caridad cristiana, no como esa pandilla de viejos chochos, que son todos iguales que el cabronazo del Pascual”. Me soltó la mano y se dirigió en la misma dirección que el grupo de sus acompañantes, sin dejar de echar por la boca vilipendios dignos de récord Guinnes hacia el “pobre” Pascual.
Me quedé perplejo y patidifuso y aún sigo sin explicármelo.

lunes, 22 de septiembre de 2008

El Omblicentrismo

Llevo últimamente leyendo cosillas que llegan a mis manos y que aparte de entretenerme, también me nutren de conocimientos que se puede decir desconocía, o al menos no sabía exactamente como definirlos. Se trata de apreciaciones que personas hacen de las cosas, con la contundencia de creerse en posesión absoluta de la verdad y con la vehemencia de que todo aquel que le rebata está, por supuesto, en un nivel de percepciones no solamente erróneas, sino además nefastas, equivocadas y que le ponen a tiro de las intenciones devastadoras del erudito interlocutor.
No deja de admirarme la aplastante calidad con la que estos tipos de personajes definen su propio conocimiento, porque hay que tener mucha, muchísima confianza en sí mismo como para dar por hecho sin posibilidad de cometer la más mínima pifia, que sus apreciaciones, conocimientos y grado de entendimiento sobre los asuntos en cuestión, son poderosamente superiores a cualquier otro que se manifieste, por no decir que es la demostración superlativa del talento en su máxima expresión.
A esto se le llama ombligocentrismo, algo que yo solo conocía dentro de mis limitados entendimientos al respecto, como que este tipo de personas lo que son es unos “enteraos”. Y además de “enteraos”, lo que son es algo mucho más claramente definible en un plano más peyorativo, que empieza por “gili” y acaba por “pollas”, porque cuando a los tonos demoledores que éstos emplean, además añaden tintes de humor para sentirse todavía más importantes, la verdad es que traspasan la frontera de lo normal para llegar a lo subnormal, anormal o churriguerescamente estúpido.
Este tipo de personas llegan a admirarse tanto, que creen que todo aquel leve suspiro que ellos exhalen debe ser venerado y admirado por el resto de la humanidad, los cuales han de sentir no solo estos efluvios emotivos, sino que además han de estar agradecidos por permitírseles conocer estas maravillas del conocimiento en su estado más puro, de la mano de artistas de la calidad que ellos derrochan. Lo dicho, gilipollas integrales que llevan mirándose el ombligo desde que balbucearon la primera palabra en los albores de su existencia y que, con el paso del tiempo, han acrecentado aún más su propia y excelsa admiración sobre ese nudo de tripa que se encuentra en el centro de sus barrigas.
Normalmente acompaña a este tipo de personalidad la soledad más absoluta, amén de un solapado (por caridad humana) rechazo social porque no hay Dios que aguante a ombligocéntricos integrales que además no quieren dejar de serlo.

El Ombligo del Mundo


Esta en Mirna (Rusia). En esta localidad siberiana se pierde en el subsuelo el agujero mas grande del planeta: una mina de diamantes que se construyó en los años cincuenta. Tiene 1.250 metros de diámetro y más de 500 metros de profundidad. Solo se puede visitar dando un por paseo por Google Earht. Esta prohibido sobrevolarlo. Su fuerza de atracción ya ha succionado a varios helicópteros. La verdad que viendo las imagenes desde esta altura ya impresiona; ponerse al lado de ese agujero tiene que ser emociante. Aunque creo que los ciudadanos de Mirna no les hará mucha gracia vivir al lado de este enorme socabón; cualquier dia la ciudad se hunde, se van todos para adentro y a morir entre diamantes.

martes, 9 de septiembre de 2008

La Pesada Losa


Se veía venir. Se veía venir que Gestagua iba a ganar este primer pleito… y que ganará el segundo… y el tercero. Era evidente, a pesar de la ceguera (o clarividencia, según ella) que Luisa Ruiz manifestaba sobre el asunto, que los contratos están para cumplirse y los contratantes condenados a entenderse para feliz término de sus relaciones. Lo contrario, lo que Luisa Ruiz ha hecho, es algo similar a querer dominar el mundo como intentó algún imbécil de bigote estrecho y flequillo lacio, que al final cayó como caerá ella. No se puede ir así por la vida, derrochando odio y sangrando rencor por las vísceras como esta señora viene haciendo desde que se encaramó al sillón de la alcaldía. Todavía está por demostrar qué es lo que ha hecho por su pueblo y por sus ciudadanos que no haya sido continuidad de lo que en otras legislaturas ya se emprendió, salvo que el matiz que la distingue es que sabe hacer a las mil maravillas lo de meter la marcha atrás, es decir, dejarse guiar por su pasional animadversión por las personas que antes que ella ocuparon la alcaldía, incentivada por sus superiores jerárquicos y con el único afán de quitar de en medio a quien sí peleó por su pueblo en contra de todo aquel que se atreviese a causarle mal, como Rafael Muñoz, y con este único objetivo, el pueblo retrocede imparable hacia un destino fatal.
Ella se ha seguido (y se sigue) comparando con la legislatura en la que gobernó IU, dando palos de ciego allá donde encuentre un lomo en el que arrear y causar daño, sin que le preocupe lo más mínimo las consecuencias nefastas que para el pueblo, al que ella dice representar, tengan estas acciones; es más, no solo es que no le importen, sino que se la trae al pairo porque su única y verdadera preocupación es la de avasallar y hundir en la más absoluta miseria a ese “personaje” que lideró el nuevo resurgir de Peñarroya Pueblonuevo y a todo aquel, político, trabajador, ciudadano o simpatizante que le acompañara o ensalzara su labor.
La realidad está empezando a demostrarse y a esta primera sentencia que condena al Ayuntamiento a pagar una burrada de millones, hay que sumarle además no solo las que continuarán llegando por este mismo asunto, sino el coste DUPLICADO de tener que pagar dos veces por el mismo servicio (el de recogida de basuras y servicio de agua y depuración), el coste (importante) de la contratación de los servicios de “profesionales” asesores para estos menesteres de sacar fallida la defensa en el caso Gestagua y , además, algunos futuros litigios que aún están latentes en las intenciones de aquellos que han sentido y sufrido el agravio de las acciones que esta señora emprendió con saña y que más pronto que tarde aflorarán y darán de nuevo la razón a la verdad en los tribunales. Y mientras ella sigue en sus trece, acarreando querellas por doquier, a diestro y siniestro, creyendo a priori que la justicia amparará per sécula seculorum a la política torticera, rastrera y maliciosa que viene desarrollando desde que es alcaldesa de este pueblo.
Hay mucha tela que cortar sobre la gestión que Luisa Ruiz viene desarrollando en el Ayuntamiento de Peñarroya Pueblonuevo, de varios años de legislatura en la que los presupuestos han sido referente de la mentira, el engaño, las desmesuras y las presuntas irregularidades que a larga quedarán evidentemente de manifiesto; lo peor de todo este asunto es que Peñarroya Pueblonuevo no se merece ésto, no se merece que el rencor y el odio individual prevalezcan sobre su futuro, el de sus ciudadanos y sobre su propia historia.
Esperemos que la oposición política se marque un ritmo adecuado y antes de que sea demasiado tarde pongan pie en el freno a estos desmanes, aclaren de una vez por todas la situación real en la que esta mujer nos ha sumido y tengan la fortaleza necesaria para sacar a flote nuestro maravilloso pueblo y que podamos respirar de una vez en paz.

viernes, 5 de septiembre de 2008

El Retorno


Bueno, pues ya se acabaron las vacaciones y cada mochuelo a su olivo, cada oveja con su pareja y a apechugar tocan. Yo no se si las vacaciones son para descansar de la fatiga acumulada del currelo, o por el contrario incrementan la molestia del cansancio, porque en lo que a mí respecta, durante mi período vacacional he notado verdaderos y angustiosos síntomas de desfallecimiento físico. Supongo que debió ser por las desmedidas ganas con las que esperaba este tiempo de asueto y por el afán de aprovecharlo al máximo, que al cuarto día de estar de vacaciones tuve que poner pie en el freno y sosegar mis instintos porque, como ya digo, estaba extenuado. Me levantaba de madrugada para coger buen sitio y buena hora para pescar, me encaramaba a rocas cargado con los pesados aparejos de pesca que ni el más ilustrado de los montañeros, pasaba del fresquito matinal al aplastante sofoco del calor del mediodía que me hacía sudar a chorros y, para añadir más caldo a la sopa, por la tarde me daba largos paseos que acababan con la poca energía que me quedaba. Menos mal que entre col y col, me tumbaba en la playa para medio dormitar y cuando me sentía “mu caliente” me pegaba un chapuzón; después me refugiaba en los hoy día mal llamados chiringuitos para degustar la frescura de unas cervezas de barril y algún que otro manjar costero y por la noche, algunas veces cabeceaba en el cine y otras cataba algún licor extranjero en compañía de conversación y mundanal ruido.
En fin, que hubo que suavizar los iniciales ímpetus para que el trasiego vacacional transcurriera de manera más moderada y que, a la postre, me produjera el placer que en realidad buscaba y que al final conseguí. Han sido unas bonitas vacaciones, pero insisto, de descansar nada de nada. Lo que yo opino de las vacaciones es que no son para descansar, sino para cansarse de todo aquello que te gusta hacer y que el disponer de todo tu tiempo te permite, para arrojar y perder el lastre de la monotonía acumulada a lo largo de todo el año y, por supuesto, para disfrutar.
Ahora, a la vuelta al trabajo y a la continuidad se dice que vienes con las pilas cargadas. Sí, cargadas, pero de mala leche por tener aún candente el regustillo en los labios de esos espetos, ese olor a mar, ese maravilloso paisaje con el que ponías cara de lelo y, en definitiva, esas experiencias que han quedado atrás y que habrá que esperar con resignación que vuelvan.
Bienvenidos a todos los que volvieron de vacaciones al tedio, al fastidio, al aburrimiento, a la desgana y a la saturación de lo monótono. Habrá que ocuparse en algo… por ejemplo, … criticar a los políticos.
Vamos a ello.